«Carne de Neón» supone un soplo de aire fresco en nuestra cinematografía patria y una balsa salvavidas para la carrera de Mario Casas que parecía condenado a personajes sin ninguna enjundia que le condenarían a ser carne de revistas para adolescentes.
Y no es que «Carne de Neón» sea una película perfecta, que no lo es, pero sí que es atrevida y está hecha con buen gusto lo cuál la salva de caer en la cinefagia de la que parece presa al principio y en la insustancia de muchas de sus cintas contemporáneas.
Paco Cabezas bebe de sus propias fuentes y las adapta al estilo picaresco español. Con un formato al más puro estilo Danny Boyle y con múltiples referencias al maestro Tarantino, y a todos sus discípulos aventajados, Cabezas aporta una vuelta de tuerca nacional que le da un buen regusto que funciona.
Sin embargo la película peca de cierto exceso en el nudo, mostrándose en ocasiones como lo que es, un cortometraje alargado, y dando la impresión de que el guión no daba para más, aunque el buen pulso narrativo de Cabezas logra salvar la situación con buena nota.
Casas ejecuta su papel con solvencia, aunque sin brillar, ofreciendo su versión de buen actor en desarrollo, dignificando a la televisión, de la que viene, y haciendo las delicias de todas sus fans, adolescentes con la pasión en carne viva.
Se trata, en definitiva, de una cinta de entretenimiento, con algún tinte social, secundario para la trama, que funciona en el ritmo y la tensión, aunque de manera algo irregular, pero sin que ello lastre la película de manera irremediable.
Una buena película para disfrutar de un rato de buen cine intrascendente y un director al que seguir la pista, porque no todo el cine comercial es malo y no todo el cine malo es comercial.
Publicado en el blog de Letras (tu revista literaria)
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