Ejercicio abrumador de talento narrativo, tensión visual y cinefilia regurgitada ofrecido en un cóctel algo pasado de metraje pero que garantiza un rato de buen cine y recuerdos imborrables en el subconsciente del espectador que detecta rápidamente las señas de identidad de Tarantino pero que, en ningún caso, tiene la sensación de que son repetitivas, aunque sean repetidas.
Y es que Tarantino ha conseguido establecer unos códigos en su cine que son inmediatamente reconocidos y apreciados por el espectador, lo cuál le ha convertido directamente en uno de los directores de referencia de finales del siglo pasado y principios de éste, a pesar de ser mucho mejor guionista que director, aunque en ambas facetas alcanza cotas con las que muchos ni sueñan en alcanzar.
«Django desencadenado» no llega a la grandeza de «Malditos bastardos», su película más redonda hasta el momento, pero sí que conecta inmediatamente con el espectador que empieza a recordar los guiños al cine de otra época envueltos en conversaciones soberbias y en momentos de comedia sublime, como siempre suele suceder con el cine de Tarantino.
En su intento de homenajear al spagueti western logra mejorarlo, dotándole de actualidad y ofreciendo una revisión permanente de los parámetros habituales desde una perspectiva mucho más tremendista, con lo que el producto final vence y convence, y más si repasamos la fenomenal banda sonora que te recomiendo desde ya mismo.
El elenco está fantástico, destacando Christoph Waltz que sigue aprovechando al 100% los personajes memorables que Tarantino le pone en bandeja, porque si algo destaca en el cine del realizado estadounidense es que no hay ningún personaje de paja, todos tienen su razón de ser en la trama y todos son dotados de personalidad propia y calan hasta el tuétano porque puedes palpar su esencia en cuanto abren la boca.
En definitiva, «Django desencadenado» no te defraudará, te hará pasar un rato de buen cine, aunque puede que en algún momento eches de menos una elipsis oportuna que te pueda acortar alguna de las escenas. El Tarantino más Tarantino, con los diálogos más locuaces y los homenajes al cine con el que creció más conseguidos, una película para disfrutar varias veces, porque la grandeza del buen cine es que cuantos más visionados soporta más lecturas ofrece.