Crítica de Invasor
Españoles, el cine español ha muerto, ¡viva el cine español!, porque por fin hemos dejado atrás la caspa y la chabacanería, los productos de tercera sin ningún atractivo más que el pasatiempo pueril y pusilánime que, salvo contadas y fabulosas excepciones, poblaban la cinematografía patria dando lugar al concepto despreciativo de «cine español». Ahora el cine español es otra cosa, una mezcolanza de géneros abrumadora que sorprende al espectador con cada nuevo producto que sale al mercado. «Invasor», por ejemplo, la nueva película de Calparsoro, podría haber sido firmada en Hollywood, con todo lo bueno y lo malo que ello significa.
Empecemos por lo bueno. «Invasor» es perfecta desde el punto de vista de la realización, del ritmo, de los efectos especiales, … Se trata de un viaje trepidante hacia nuestras propias conciencias y hacia los enigmas que las guerras despiertan en nosotros y en los demás, todo a velocidad de vértigo, con tiempos más televisivos que cinematográficos, pero bien engarzados para mantener la atención del espectador durante todo el metraje. Algunas persecuciones recuerdan a otras que hemos visto o creemos ver visto en películas anglosajonas con lo que ya no tenemos nada que envidiarles.
También destacan las actuaciones del elenco. Karra Elejalde no brilla tanto como debería, aunque no precisamente por su culpa, pero de eso ya hablaremos, y Alberto Ammann confirma su crecimiento como actor, aunque ambos quedan empequeñecidos por la figura de Antonio de la Torre, siempre tan solvente, que una vez más se come la película él solito brillando con luz propia y reclamando mayor reconocimiento, no ya de la profesión, que lo tiene, sino del gran público.
Un gran público que disfrutará de la película, sin duda, porque ésta tiene todos los ingredientes para gustar. Ahora bien, y ahí empezamos con lo malo, el guión chirría por cada visagra que intenta dotar de verosimilitud al viaje dramático del protagonista. Muchas situaciones están mal resueltas y algunos conflictos internos no son creíbles porque provienen de la nada más absoluta, como absoluto es el vacío existencial del malo de la película, Karra Elejalde, que pierde toda su fuerza sobre la esencia de sus incoherencias argumentales y de pulso narrativo.
En definitiva, una película española de nuevo cuño con un concepto cinematográfico claramente hollywoodiense, un thriller mediocre donde destaca la realización y falla claramente el guión pero que tiene los ingredientes suficientes como para gustar y captar el interés de la audiencia. Una buena apuesta si lo que quieres es escapar del frío de la calle, ahora bien, si buscas buen cine elige otra película.