No dudo de las buenas intenciones de Clint Eastwood a la hora de afrontar este biopic sobre uno de los hombres más poderosos del mundo durante el siglo XX, pero mucho me temo que todas se quedaron en el tintero por un exceso de distancia en la dirección y de obsesión por retratar la faceta más humana de un personaje que fagocita a la persona hasta limitarla a la mayor de las insignificancias.
Es cierto que muchos de los comportamientos autoritarios y neofascistas de Hoover venían provocados por su homosexualidad reprimida y por la figura opresora de su madre, a la que siempre intentó satisfacer, pero estas causas de lo que después se nos vino encima no parecen suficientes para construir una historia dramática de nivel aceptable, y menos de más de dos horas de metraje.
Por ello, «J. Edgar» acaba siendo aburrida durante largos momentos, en los que el espectador comienza a mirar la hora de manera intranquila, esperando que aquella clase de historia encubierta de drama personal llegue a su fin, porque ni tan siquiera las interpretaciones cubren el mínimo esperado para unos personajes que darían para brillar.
Da la sensación de que hubo una excesiva preocupación en la caracterización que hizo olvidar los conceptos básicos de la preparación de los personajes, tanto en el guión como en la actuación. La película se centra en exceso en la figura de Hoover, y deja por el camino, con unas pinceladas de rutina, a los personajes que le acompañaron en su devenir vital, tan importantes como el propio personaje principal y que hubieran dotado de empaque a la película.
La dirección, eso sí, es pulcra y cumple con todos los requisitos básicos del cine clásico, demostrando la gran maestría de Eastwood al frente de la dirección, que sigue dando la sensación de que en las últimas películas se le está yendo la inspiración limitándose a filmar historias mediocres que no dejan el calado de algunas de sus obras maestras.
En definitiva, «J. Edgar» es recomendable sólo para los amantes de los personajes históricos y de la historia en general, una cinta que al querer descubrir la persona se olvida del personaje, y al hacerlo quiere construir castillos en el aire al carecer de una base sólida sobre la que cimentar la narración.