Cultura

Crítica de «Katmandú, un espejo en el cielo»

No dudo de la belleza estética de «Katmandú, un espejo en el cielo», sino del peso neto de un guión que se queda corto en demasiados aspectos y que deja al espectador expectante de algo que nunca llega, con personajes poliédricos convertidos en planos no por falta de planificación, sino por falta de explicación, y con una historia que, al ser un biopic, no hace sino edulcorar en demasía la realidad que nos quiere contar, o al menos el punto de vista.

Parece que Icíar Bollaín, una de las mejores directoras de nuestro cine, apostó por un rodaje sencillo y una película sin complicaciones formales y narrativas tras su maravillosa «También la lluvia», ofreciendo un producto agradable de ver por la belleza de las imágenes que muestra, pero carente de la enjundia que uno espera de una película de Bollaín.

Durante gran parte del metraje uno no puede por menos que confundir la película con un «Callejeros viajeros» más y sucumbir a la belleza de Katmandú, de la que sólo consigue escapar gracias a la gran actuación de Verónica Echegui, que ha dejado de recordarnos a «la juani» para convertirse en una actriz maravillosa, creíble, honesta con su personaje y de una intensidad que trasciende la pantalla.

Sin duda, Echegui supera a la película y al guión, presentando su candidatura a ganar el Goya sin ningún género de dudas y dejando la impronta de gran actriz, asegurándose a ella misma y a nosotros, los espectadores, un futuro más que prometedor.

En definitiva, una buena excusa para encerrarse en el cine y olvidar el frío de la calle o para encontrar una razón para visitar Katmandú, pero muy lejos de la calidad de otras cintas de Bollaín. Lo malo de rozar la perfección es que luego siempre se exige, una película interesante para un director menor, pero mediocre para Bollaín.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.