No todo vale a la hora de hacer caja y explotar una idea, un concepto o un producto de éxito. «Los Serrano» fueron lo que fueron, una serie cañí, con mucho éxito, pero que no daba para más, y mucho menos para dos películas.
Si ya «El oro de Moscú» me dejó un poco frío con el único aire cálido de algunos cameos graciosos, esta «La daga de Rasputín» me ofende por su nulo trabajo artístico y su ínfima calidad dramática, una película que molesta aún más por incidir en el histrionismo de los grandes actores que pueblan la cinta.
Y es que «La daga de Rasputín» no busca ofrecer nada nuevo más allá que el ver al propio Bonilla, director de la cinta, a Antonio Resines, que sigue malgastando su talento en producciones menores, y al recién incorporado Antonio Molero, poco más que un gag televisivo andante, repitiendo los mismos registros que les hizo tan populares en la serie televisiva «Los Serrano».
Pero lo más doloroso es el regreso a las cavernas del cine español, que creímos recuperado con la nueva hornada de directores, unos mejores y otros peores, pero todos con su propio estilo, y que ahora retorna inexorablemente al grado más peyorativo de la «españolada».
Si sustituimos a Alfredo Landa y José Luis López Vázquez, o a Andrés Pajares (que incluso aparece en esta película, al igual que en la anterior) y Fernando Esteso por Antonio Resines y Jesús Bonilla, tenemos lo mismo, más de lo mismo.
Una película sin guión aparente, con unos actores que han caído en gracia repitiendo sus tics humorísticos, un par de chicas guapas enseñando carne, y una dirección ramplona, con el único objetivo de no molestar, aunque acaba molestando por inacción absoluta.
Suspenso absoluto para los productores que apostaron por esta propuesta en lugar de por otras que se les quedaron en el cajón del escritorio. Una película para dejar pasar desde el cálido abrazo del sofá y el aroma de una buena novela. Yo me dejaré llevar por «Sefarad», de Antonio Muñoz Molina, ¿y tú?
Publicado en el blog de Letras (tu revista literaria)
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