Más de lo mismo, pero de otra manera, la misma historia, con los mismos personajes, alguna aparición distinta, como la de nuestra Penélope Cruz, pero el mismo humor bucanero, la misma fantasía narrativa y el mismo Johny Deep bordando el papel de su vida, ese por el que será recordado (sí, por fin podrá dejar atrás a su inefable Eduardo Manostijeras).
Es cierto que «Piratas del Caribe: En Mareas Misteriosas», supone un nuevo amanecer, como si la trilogía de Gore Verbinski hubiera llegado a su fin, y como si comenzara una nueva, la de Rob Marshall, algo menos poético que el anterior, más efectivo y menos efectista, tal vez más riguroso, aunque habría que preguntarse si a esta saga le va la rigurosidad, o si preferimos en ella el exceso, el histrionismo, el efectismo más socarrón.
Por suerte, Orlando Bloom y la hierática Keira Knightley desaparecen del elenco, y con ello la historia gana enteros, a pesar de que la factoría Disney haya obligado a meter con calzador una historia de amor adolescente, aunque los guionistas le han dado una vuelta de tuerca con el amor prohibido de un sacerdote, un acierto, dicho sea de paso.
Como muestra de justicia poética, debidamente forzada por la legislación de propiedad intelectual, «Piratas del Caribe: En Mareas Misteriosas» recuerda que está inspirada en los libros de Tim Powers, y así se siente libre para utilizar su fuente de la eterna juventud como motor de la historia, origen y fin de todas las aventuras.
«Piratas del Caribe: En Mareas Misteriosas» ha sabido mantener la frescura de sus antecesoras gracias al giro de tuerca que realiza, manteniendo la misma esencia que tantos éxitos les ha dado a los productores y salpimentando algún nuevo detalle que son de agradecer.
Una película de aventuras con mayúsculas, entretenida y con momentos de gran sentido del humor, una muestra de que también se pueden hacer grandes producciones en Hollywood desde la creatividad, la originalidad y el buen hacer. Una cinta para disfrutar desde el principio hasta el fin olvidándose de la realidad que nos golpea cada día.
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