Identificar a Jaume Collet-Serra con el cine patrio más tiene que ver con el oportunismo nacionalista de subirse al carro de los éxitos ajenos que con la realidad palpable, porque el catalán no tiene de español, cinematográficamente hablando, claro, más que los apellidos en los títulos de crédito, todo lo demás es estadounidense.
Por ello su cinta «Sin identidad», la cuál ha conseguido llegar al número 1 de las listas yankees, primer español que lo consigue, convive con el estilo de allí, más que con el de aquí, utilizando todos los clichés y toda la parafernalia propia de su cine, que no del nuestro, con todo lo bueno y lo malo que ello conlleva.
«Sin identidad» ofrece una puesta en escena sin fisuras, con actores de calado que ejercen su labor con gran profesionalidad, y con la evidencia de que el presupuesto nunca fue un problema para la realización de la película. Sin embargo, y como a la gran mayoría de las películas estadounidenses, le falla el guión, demasiado plano, aburrido en ocasiones, y poco creíble en general.
Aún así, la destreza de Collet-Serra hace que la acción transcurra con buen pulso, manteniendo la atención del espectador y ofreciendo momentos de buen cine, recordándonos al mejor Hitchkock.
Por ello, uno no puede por menos que plantearse la mano firme de Collet-Serra con un guión sólido, y empezar a soñar con películas míticas del cine, a las que recuerda esta «Sin identidad», como puede ser, salvando las distancias, «Con la muerte en los talones».
A mí me gustó más su primer largometraje, «La huérfana», en el que se notaba más la personalidad del director, absorbida en esta segunda, por el elenco que tenía entre manos y por la responsabilidad que le había caído encima, una responsabilidad, dicho sea de paso, de la que sale con nota, con muy buena nota.
En definitiva, una película de suspense, entretenida y bien hecha, aunque con lagunas narrativas que le restan parte de su poder. Jaume Collet-Serra se fue a conquistar Estados Unidos desde España, y ahora regresa para conquistar España desde Estados Unidos, ironías de la vida.
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