NO ES COSA DE HAITIANOS SOLAMENTE
No es cosa de haitianos solamente.
Todo el mundo madrugará ante la muerte algún día.
En la tarde o en la noche. Cuando menos lo espere.
Será una muerte tempranera de su entorno,
una tragedia que quema mil ilusiones sostenidas,
ataque a un millar de apatías perpetuadas,
otros cientos de alegrías y prudencias pasajeras,
otros acopios de carencias que se guardan
permanentemente, frustraciones, desacatos
de la ira, fantasmas de lo que nunca pudo ser.
No únicamente los haitianos están expuestos
al incendio voraz, a la tormenta avasalladora,
al temblor de los cimientos de la tierra.
La muerte no es un azar.
Es una certidumbre con destino.
Es como una viajera que llora en geografías
y un día, el menos esperado, pregunta por los hombres,
y hay que darle cuentas de dónde nos metimos,
que no haya sido el culo,
sino en buena voluntad, compasión,
justicia, en fraternidad.
07-12-2000
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INFORME DEL SALDO
Informe del saldo / La que viene /
El saldo es que después de la tragedia
he visto un pueblo que no ha olvidado
llorar mientras ejercita sus manos
en rescate
cada gesto suyo no es sólo desesperación
hay que comenzar de nuevo
como en pasados años
el hambre no se irá del todo,
pero el amor tampoco
hay que reconstruir, asegurarse
que se enterró cada muerto
y que se guardará la memoria
de este trágico evento
sin que las manos dejen de acariciar
a los desconsolados,
sin que se comparta el pan
y no se nutra el espíritu con la esperanza sobrante
el haitiano es así, se acostumbró
al dolor, sabe que es un eterno retorno,
pero lo humano prevalece
porque son hombres y mujeres
con destino y hacia algún lado se irán
para algún testimonio
del amor posible.
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LAMENTO LUCTUOSO DE UN PADRE
Me revuelco sobre el fango que se cubre de sangre.
Ahí están mis hijos reventados. Los punzaron
con las bayonetas; los descabezaron tirándolos
contra los troncos de los árboles.
Las carnes ya están en la miseria muda,
en los huesos partidos, en la muerte satisfecha.
Ahora ya no me queda otra cosa que el llanto indeseado
y el odio no me deja que llore.
Quiero que me coma la tierra
y ser una culebra y una hormiga, o un sedimento
que equivalga a levantarse como el matarife
que buscará venganza; ahora yo no quiero
el miedo que es otro asesino interior,
corroyendo adentro, mordiendo al corazón
con desazones, confusos tormentos.
Ahora me revuelco, me baño en este bautismo
de enemistad con todo lo que existe
y pregunto a la tierra un por qué
que no tendrá respuesta.
Es la destituyente pérdida de tiempo.
Aún así me revuelco, me agusano
en la tierra porque estoy vivo
y quisiera estar muerto.
14-02-2000
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TEMPLOS DE TIERRA HAITIANA
No necesitaba el clero,
ni a Duvalier que le diera unos rangos.
Yo la ví, cuando era taína, yo la ví cuando no habían
arribado esclavos de Guinea, ni el bokor
se jactaba de hacer resucitaciones
con el mingaco de la vida. El vudú era santo,
no santero; era como Baubo, o Metis,
o la ninfa de un río,
cantadora y benéfica. Era como fuíste,
Cacica Anacaona.
No dijo: «Sea como un zombí el hombre.
Esclavizaré al que nace y al que muere».
Sólo se dijo canon ovular, esa es la magia,
la alquimia, la sadhana, no unos
flecos robados a la jiña,
o unos paños colgados en ventanas.
El deseo, cuando es bueno, es el tejido,
el afán de levar anclas
y flotar como nenúfar en las charcas
y riachuelos. Yo la ví y era taína.
Te inventó, Vudú, para el consuelo.
Gozosa fue de ser limpia. Su religión, tan simple:
ser oceáno de paz en el vientre de lo oscuro,
pujarte, niño, acurrucarse contigo
y repartir sus besos.
Bendecir los ombligos colgantes
de la indiada; enterrarlos a los pies
del árbol-nagual; yo ví a las santas de la tierra
pidiéndoles los secretos a la esencia.
Las supe al habla con el sistema animista
de las yerbas y las flores, oyendo
en caracoles las voces de los Loas
antes que viniera la magia del Ochá,
la Umbanda y el Cadomblé.
Hoy es distinto: ya no confían en tí.
Negro y mulato están en son de guasábara,
siempre en son de explotación y venganza
y te entregan un puñal de metal
(al que han bruñido con sangre derramada,
sangre cómplice, homicida, que envenena,
que mata y neutraliza e invalida
la argucia originaria, la prudencia).
Su religión está llena de rencores,
de amarguras y cadenas). No admitirán
lo que digas, a menos que digas: ¡Muerte!
El puñal verdadero lo escondes todavía
(en las vedijas, bruja, ahí es que lo escondes).
Con puñal de tu carne es que amas.
Así controlas la ansiedad de todos,
así es que huyes de la manía,
así es que la magia armoniza,
reconstruye, sana.
Necesitas el fiel amante, inocente, bueno,
comunidad a la que laves sus conductas motoras
con el baile de caderas en secreto,
con las dulces noches de memoria en el tálamo).
Pero estos negros, blancos en santería,
¿qué saben de neolíticas artes
y cosmologías, ni cómo se regula la atención
en cortes prefrontales de tus meditaciones,
qué saben si quieren muertos / zombies /
usufructos adquiridos por rito criminal,
con la macanda,
qué saben si todo lo ofredan
a los amos demónicos
a quienes les desgastan la fe y la lealtad
y aprenden sus engaños?
¿Qué te piden?
¿A qué vienen a tí, sacerdotisa,
voz de la primera esposa, madre generosa
de los hombres, a qué vienen?
Respondan: ¿a qué vienen
si sus manos son ya puñales enardecidos
contra el pasado, flexible, etéreo de tu llamada,
si sus manos estrangulan tu garganta
cuando conversas con las semillas de la tierra
con himbos y lenguajes colaborativos,
largamente adaptativos, paciente diálogo
entre taínos y africanos, acumuladas
sendas antiguas de las olas?…
26-12-2000
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11 DE SEPTIEMBRE DE 1789
Tu violencia no me ha servido para nada.
Palabra vacía es tu manifiesto de igualdad proclamada.
No se me aplica; no se me cuenta entre los hombres
con voces y derechos, con deberes y retos…
… porque soy esclavo, mulato. No se me cuenta
ni como negro libre. Girondinos o jacobinos,
ustedes son monarcas del escamoteo.
Je déteste toute votre grandeur.
Odio sus luchas contra otras naciones
y la sociedad colonial en que he nacido. Y a Francia
que les dio su espacio y los parió como verdugos.
La odio. Odio a los burgueses blancos
a grandes propietarios y trajineros,
a funcionarios, militares y civiles,
sean grandes o pequeños.
Odio todo lo que se invoca este 11 de septiembre.
Je déteste toute votre grandeur.
¿Para que sirve la separación de la metrópolis,
la independencia, el que haya o no comercio
o que se tenga la mirada en América del Norte?
¿Qué importan ahora las guerras europeas?
Lo que me urje, como persona y como pueblo,
es ser humano, no una cosa vendida,
traficada, obtenida en la trata del negrero.
Je déteste toute votre grandeur…
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