Cuentos de todos los amores, de Rolando Martiñá
Prólogo dePablo De Santis:
La imaginación y la experiencia son los dos grandes tinteros con los que se escribe la ficción; cada escritor hace la mezcla a su modo. En estos cuentos, al combinar lo imaginado y lo vivido, Rolando Martiñá deja hablar también a su profunda experiencia terapéutica.
El amor- y sobre todo la dificultad del amor- recorre estas ficciones
A veces Martiñá elige la contundencia y la sorpresa del relato breve, donde cada palabra es imprescindible; otras veces los hechos dejan paso a la reflexión y a la melancolía.
Casi siempre está presente el humor, o mejor, la ironía, que es la distancia convertida en humor.
Algunos cuentos hablan de instantes donde se decide todo, y donde se pronuncia la palabra justa o la palabra equivocada; en otros (como en Mundiales) una mesa de café, espejo de la amistad, sirve de escenario improvisado para el desfile de los años.
El prólogo y el último texto, sumado a los abundantes epígrafes, propios y de otros autores, le dan a estos relatos un aura de autorretrato. No hay autobiografía sólo en aquello que a uno le ha pasado, sino también en aquello que se ha escuchado, en aquello que se ha leído. Esa mezcla de reflexiones, episodios, diálogos y lecturas enriquece el libro y le permite al lector advertir, detrás de lo variado y lo múltiple, una unidad escondida.
Quien lea estas páginas se asomará al mundo del autor, a sus obsesiones y a su comprensiva mirada sobre la vida.