Tras una noche viendo la fauna nocturna de la capital, de la cual también formo parte yo, pues somos como los argentinos o los chinos, sin ningún tipo de desprecio, pero somos plagas, encuentras madrileños, argentinos y chinos por… ¡todos lados!, te das cuenta de que en realidad todo es cuestión de prioridades, de anteponer una elección a otra, una persona a otra, un viaje en coche a la compañía de personas, cada maestrillo tiene su librillo y con esto no pretendo juzgar a nadie, pero se ven detalles, que pueden gustar o no, se puede aprender demasiado sobre la naturaleza humana en una noche de fiesta por Moncloa, sin ir hasta el culo de todo, porque si estás bien acompañado puedes montarte una noche histórica hasta en un parque de Valdebernardo haciendo el payaso como el que más, en el Tierno o en el Juan Carlos, pero si vas con gente a la cual aprecias, mucho o poco, eso sólo lo sabe uno.
Porque en realidad puedes ir a contracorriente y no salir de fiesta, no ver el fútbol, no beber, no drogarte, ya sea legal o no la droga en cuestión, todo eso es irrelevante, tú eliges qué camino tomas, con qué gente te juntas y no es la primera vez que alguien abandona un ambiente porque no le gusta ese ambiente, y no es el fin del mundo, ahora mismo no es mi caso, pero antaño lo fue, y sigo vivo y entero, sonrío en cuanto alguien hace algún comentario que merezca la pena recompensarlo con una sonrisa. Pero no por el hecho de cambiar de ambiente esa gente deja de formar parte de ti, y si ves que están pasándolo mal y tienes ganas de ayudar, tiempo, y sobre todo si ellos te escuchan intenta ayudarles, en lo que puedas, no haciendo cosas por ellos, no, a base de consejos y luego ellos que decidan qué hacer con sus vidas.
Pues en el fondo todos son eso, una vida, una persona, y vale igual económicamente hablando, la vida del que siempre va sólo a los sitios, pero los tiene cuadrados para ir allí sólo, cosas que a lo mejor otros no harían, el hombre que se pasea con su bici a través de una multitud de jóvenes universitarios, que levantarán el país, sin duda, todos poniéndose hasta las cejas de alcohol o lo que les guste a ellos, el hombre que se pasea vendiendo flores y artículos estúpidos que brillan y martillean todo con esa luz intermitente, que no obstante son graciosísimas, la pobre camarera con cara de pocos amigos que no hace más que intentar mover la cadera para intentar bailar mientras no puede más que poner cara de chucho y poner copas a la velocidad de la luz, ahora que cuando tiene calma, puede haber mil personas en la barra, que por sus santísimos ovarios ella va a pararse a descansar 10 segundos, porque sabe que se lo merece, pues “chapó” por la camarera, y los borrachos que esperen, que ella tenía que descansar.
La cuestión es porque se juzga al tarado que para las escaleras del metro aunque te joda, él está de fiesta como tú, aunque haga una estupidez, que sí, de primeras el cuerpo te pide darle un gancho y dejarle seco en el suelo, pero hay que reprimir eso, porque seguro que tú a su edad has hecho millones de tonterías. La diferencia entre estas personas curiosas que te encuentras por la noche y las personas con las que sales de fiesta es un y es muy simple: que conoces más su historia, su vida, sus problemas y sus formas de liberar la rabia contenida que todo el mundo tiene, la rabia del pueblo, que algunos la sueltan con alcohol, otros con porros, otros con cocaína, otros haciendo ejercicio, otros haciendo el payaso en un coche gritando cocaína sin parar para reírse de todo y hacer como si no les importara nada, otros estudiando como si su vida dependiera de ello, que en parte quizás, pero no nos engañemos, que un papelito te puede costar más de 5 o 6 años, pero hay gente que igual estudia Medicina y está en la tele haciendo el tonto, véase José Miguel Monzón Navarro, un señor que tendrá sus problemas como todos, conocido también como el Gran Wyoming, que no es más que un personaje creado para la televisión, pues luego le ves paseando con su familia y de lo más normal, como todos, un hombre que estudió para medicina, y acabó siendo presentador de televisión, pero también ha sido y es, porque tampoco le quiero matar ahora mismo, escritor, humorista, músico y columnista del diario Público.
Con esto quiero decir que tú te puedes marcar un plan si quieres, pero ocurrirán mil y una sorpresas que te harán variar ese plan, por ello hay que tener la mente flexible y no crearse expectativas de futuro, sino vivir el presente a tu manera, que una persona no es escritor porque escribe, o deja de serlo cuando deja de escribir, una persona es lo que ha sido, lo que es y lo que será, quién sabe si un día vemos al Gran Wyoming en política, yo le votaba, sobre todo después de conocer su libro “Un vago, dos vagos, tres vagos”, en el cual intenta limpiar el término “vago” de todos los sentidos peyorativos que tiene. Yo ya era vago entonces y no me terminé el libro la verdad, igual un día de estos saco tiempo y me lo leo entero. Hoy día no entra dentro de mis prioridades este libro.
Porque todo se reduce a eso, a si te importa más la vida de una persona que la de otra, a mi la vida de este hombre, por mucho respeto que le tenga, pues sinceramente, me da absolutamente igual, pues como a él la mía, sin duda, y no pasa nada, es lógico. Son los lazos afectivos los que te unen a las personas, las relaciones públicas con la gente son las que te hacen sentirte integrado, aceptado, querido o simplemente apoyado, en fin, me ha entrado la vaguería repentina y de forma incorregible esto va a terminar aquí.
Espero que no les aburran las historias de este loco, y si les aburren, ¡no las lean!
PD: Nótese la contradicción humana de decir que el texto terminaba dos líneas más arriba…
PD2: No pienso dedicar nada, es absurdo, al que le suenen las historias bien, al que no, no…
PD3: No lo he escrito yo, lo ha escrito mi escroto…
PD4: La más importante de todas, espero les guste el humor ácido y no les parezca una falta de respeto, porque en ningún momento lo pretende ser.