Muy entretenida resulta esta obra del perseverante Darío Argento, que nos ofrece un thriller con momentos de suspenso logrado cuando se indaga en la serie de crímenes planteados. Para mí una muestra convincente del Giallo más refinado.
Por supuesto tenemos parloteos psicoanalíticos al establecer el perfil cliché del homicida, sin embargo se agradece que recurra al inconsciente del espectador para sumergirse en una narrativa intencionalmente incoherente –constante en el subgénero- y genere las preguntas indicadas mientras construye su propia progresión desde el instinto. Impredecible hasta su final, en donde presentan un conveniente –tramposo diría yo- flashback necesario que cumple al mostrar la creíble motivación del victimario.
Resulta por lo anterior muy interesante y dispuesta a la experimentación, aunque pudo haber sido más impresionante con mejores elecciones para su lenguaje. Por ejemplo en algunas secuencias de tensión la banda sonora tal vez desconcierte bruscamente, consiguiendo distraer con tenue curiosidad en lugar de una inmersión más profunda. Nos involucra de todas maneras con los datos esenciales y consigue estremecer con la violencia estilizada a pesar de las elementales interpretaciones actorales e irregular trabajo estético. Contados son los planos contundentes simbólicamente.
Ha envejecido notablemente, no obstante aún puede sorprender por su osadía propositiva en el dinamismo de los ángulos y movimientos cámara, o también con los repentinos cortes del montaje. Ambos son el principal sustento para provocar respuestas emocionales ambiguas.