¿Qué pasaría si el 34% de los pacientes intervenidos quirúrgicamente de apendicitis, fallecieran en la mesa del quirófano? ¿O si el 34% de los farmacéuticos se equivocasen al darnos la medicación prescrita por el médico? ¿O si el 34% de las veces que marcamos un número de teléfono, el operador nos enviase a un número equivocado? ¿ O si el 34% de las lavadoras que compramos no funcionasen y no pudiéramos devolverlas? Sólo imagínelo, inadmisible. ¿Admitiríamos que el cirujano le echase la culpa al servicio de limpieza del hospital? ¿O al bolígrafo con que iba escrita la receta? ¿O al dedo que marcó los números del teléfono? ¿O al detergente que pusimos en la lavadora? No, el mínimo análisis de causalidad nos haría apuntar directamente al origen del problema.
En cambio, el sistema educativo fracasa, al menos, con el 34% de los niños de este país, y no pasa nada. España es el primer país europeo en términos de fracaso escolar, desde hace muchos años ya, demasiados, y sigue sin pasar nada. La culpa, dicen, es multicausal y externa al propio sistema.
En último extremo, el fracaso escolar
sirve para perpetuar las oligarquías
Los debates sobre Educación y los conflictos en esta área giran, en España, sobre el personal de asistencia en el comedor de los niños, la utilización de las TICs, la Educación para la Ciudadanía, la religión, la escuela como herramienta nutricional para evitar la obesidad, la educación vial, la educación en valores, la educación emocional, las lenguas minoritarias en las que hay que impartir el currículo y así, una infinidad de temas periféricos; algunos relevantes para el día a día escolar y otros de los de coger con papel de fumar. Todos ellos, siempre, menos importante que los contenidos que aprenden los niños en la escuela, algo de lo que no se habla.
A estas alturas, yo me conformaría con que los niños aprendieran matemáticas, aunque fuese en japonés. El nivel de la calidad de las matemáticas y las ciencias en España está por debajo del nivel de Camerún, en la posición 111 de 142 países según el Informe de Competitividad Global 2011-2012 elaborado por el Foro Económico Mundial (WEF), por debajo de Albania (42), Argelia (96), Armenia (81), Camerún (80), Azerbajan (99), Burkina Faso (88) o Portugal (105). Cuando Rajoy dijo que “España no es Uganda” tenía razón, ellos están en el puesto 101. Estamos en el puesto 32 de 35 en el informe PISA en matemáticas, ciencia y lectura.
No es casualidad que los países en los que mejores rendimientos obtienen los alumnos en estas asignaturas (China, Singapur, Corea, Finlandia, Suecia…) son los que presentan mayor índice de patentes y de desarrollo de la investigación, la innovación y la tecnología. Algunos de éstos son los países emergentes, donde los salarios están escalando más rápidamente y donde está surgiendo una clase media pudiente.
Es imprescindible que la educación ayude a desarrollar el pensamiento formal de los jóvenes (formal en el sentido de razonamiento hipotético-deductivo), a la modelización y a la abstracción. Las matemáticas son una excelente herramienta para ello, sin menospreciar otras disciplinas. Pero lo que “ablandó” el sistema educativo fue la introducción de elementos que eran ajenos a la educación y que significaron priorizar otros objetivos de ingeniería social antes que la implementación de contenidos, que fue lo que hizo la LOGSE, y que millones de jóvenes están pagando en forma de analfabetismo funcional y un 54% de desempleo.
Y permítanme una maldad, no fue casual. No puede ser casual que durante 25 años se haya desarrollado un sistema educativo que genera el mayor fracaso escolar europeo, que los recortes del PP van a terminar de rematar, sin que ningún gobierno haya modificado seriamente su calidad. No es casual que los adolescentes españoles sean los que mas utilizan redes sociales de mensajes breves, pensamiento “anuncio”, lo llamo yo; no es casual que España sea uno de los países europeos con mayor consumo de drogas. No es casual que el paro juvenil sea del 54%. Todo esto son consecuencias del fracaso escolar, ¿y no pasa nada?
Privar del Conocimiento a las clases medias y medias-bajas, en forma de fracaso escolar masivo, enredándolas en debates ajenos como las lenguas, la ciudadanía, lo emocional, lo víal, etc, es un método intencional –ya he perdido la ingenuidad- de limitar sus opciones personales futuras y de promoción en la escala social y económica y de acceso a instituciones de poder. En último extremo, el fracaso escolar sirve para perpetuar las oligarquías.