Un notorio incidente con un cuchillo en 1941 lo llevó a tocar derechito en la orquesta que acompañaba a la Ella. Su carrera, sin embargo, había comenzado profesionalmente en el ’35, con Frank Fairfax, y en el ’39 había grabado discos de 78 revoluciones para el sello Vocalion.
Gracias a Billy Eckstine, John Birks Gillespie —Dizzy por sus estrafalarias payasadas sobre el escenario— conoció al Bird y, desde entonces, el jazz nunca más fue más de lo mismo.
El incidente del ’41, sin embargo, no tuvo nada de bufonesco. El Dizzy le asestó una cuchillada a Cab Calloway porque no le gustó nada la acusación de escupidor que Calloway le endosó, creyendo que la saliva del Gillespie era la que resbalaba por su nuca en una noche de concierto.
Menos mal que se le templó el genio al cachetón y se equilibró tanto hasta que todo lo que tuvimos de él fueron anteojos de gruesa montura negra, boina, y una trompeta con cuarenta y cinco grados de inclinación hacia arriba, fabricada especialmente desde que la trompeta normal que tocaba se hubiera estrellado contra el piso, doblándose de modo más bufonesco que el dueño, si cabía.
Al Dizzy le gustaron el sonido y la forma chistosos del instrumento. Nunca más tocó normalmente. Como un joven Eolo negro y gordito, inflaba los cachetes hasta lo imposible y dejaba escuchar unos acordes que parecían salir de un rallador, pero que nos fascinaban a todos. Aquí va: A Night In Tunisia
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