Edmund Wilson
Obra selecta
Lumen- Ensayo. Páginas 930
“Edmund Wilson sobrevive como crítico por su infinita vitalidad y su intenso amor por la literatura”
Harold Bloom
Para Edmund Wilson (1895-1972), reconocido como uno de los granes críticos de la literatura norteamericana, el paso de los años no ha desdibujado su prestigio, ser un árbol literario de hoja perenne. Una fortuna pues, esta edición de su “Obra selecta” en español. Así, los buenos amantes de la literatura pueden disfrutarlo, aprender con su lectura pese a la crisis retardada que padecemos. Esa, que hasta el cochero de caballos con el que coincido en la taberna de la esquina ya nos venía avisando.
Junto a la profundidad literaria de sus críticas dentro de una lista elegida entre autores sin fronteras, Proust, Baudelaire, Eliot, Pound, H James, Pushkin, Dickens, Joyce, Hemingway, su entrañable amigo Nabokov, encontramos inquietantes páginas llenas de actualidad, certeza y análisis afirmativos. Y no me resisto copiar brevemente su examen sobre La educación sentimental de Flaubert, interesante de recomendar a Obama y sus admiradores políticos de estos páramos.
“Nuestra sociedad basada en la clase media, compuesta de fabricantes, comerciantes y banqueros, de gente que vive del dinero o especula con él, lejos de redimirse por su cultura, ha terminado por rebajar e invalidar todas las armas de la cultura, política, científica, artista y religiosa, así como corromper y debilitar las ordinarias relaciones humanas –el amor, la amistad y la lealtad a la causa- hasta que toda la civilización aparece disminuida”
Toda su lectura es una lección, incluso en aquellas donde el lector no pueda estar de acuerdo por cuestión de criterios literarios e ideas como sucede con Dos Passos, motivado en parte por el histórico rompimiento de amistad ante la desilusión que sufrió Wilson – simpatizante del comunismo- tras su visita a la Unión Soviética de Stalín. Distinta es esa otra dedicada a Henry James al que no trata nada bien; lo contrario que los altos elogios dedicados a Las almas muertas de Gogol igual que a su admirado Dostoyevski, autores de los que disfrutó leyéndolos directamente en ruso
Edmund Wilson escribía únicamente para el lector, su objetivo y compromiso, como señala Louis Menand, fue despojar la cultura estadounidense de su provincianismo: Y ese anhelo necesario se palpa en esta antología tan diversa como ambiciosa publicada en revistas y periódicos. Donde muestra su basta cultura y el dominio de diversos idiomas, que le permitieron leer en su lengua a grandes autores, junto a la severidad y honestidad profesional como compromiso.
Pese a sus severas críticas al sistema, estaba convencido ya en los años veinte, de luchar para que la capital de la cultura se trasladara desde París a Nueva York por exigencia y transformación literaria. Fue igualmente un insobornable receptor manteniendo la independencia de juicios por encima de amistades y presiones editoriales. Criterio nada baladí de aplicar en estos tiempos que corren.