Se producen al año cerca de tres millones de toneladas de aceite de oliva en el mundo. Y es que el aceite de oliva, al que muchos llaman “oro líquido” está de moda. Aunque su consumo está todavía lejos de otros aceites, la demanda del aceite de oliva es de un 3%, en muchos países comienzan a poner en valor el consumo de este “oro líquido”.
La demanda exterior de este producto, típicamente español, es el motor para el sector. Hoy se exporta un 60% de la producción total de España. Países, como Estados Unidos, son unos grandes demandantes de aceite de oliva, pero también se han abierto nuevos mercados para el aceite de oliva: América Latina, Asia y Australia se acostumbran a ver este producto en las estanterías de sus mercados. Aunque, sin duda, es España el lugar donde más se consume aceite de oliva y donde más se produce, el 45% de la producción mundial es española. Italia, por su parte, es el país que vende más aceite de oliva envasado, pero España le vende alrededor del 80% del aceite a granel.
El origen del aceite de oliva no está claro. Pero lo que sí se sabe es que en muchos yacimientos arqueológicos en la zona del Mediterráneo se encuentran de manera habitual herramientas para la recolecta y para moler las aceitunas. Los frutos del olivo eran alimentos para los hombres y consiguieron hacer un aceite muy primitivo para la alimentación, para curar heridas y también para las lámparas de aceite. Se cree que fue en Oriente Próximo donde surge, pero fue en la Grecia clásica donde adquiere gran importancia. Durante la era romana su apogeo continúa. En la Edad Media, hubo una gran escasez de aceite de oliva y, en ocasiones, era considerado un bien muy preciado con el que comerciar. En el siglo XV, hay un gran comercio en el Mediterráneo y el aceite de oliva es utilizado como producto alimenticio, pero también era muy útil para la conservación de alimentos, para la iluminación.
Hoy, el aceite de oliva es un producto de gran consumo, que está presente en gran cantidad de platos mediterráneos y el olivo, un árbol muy significativo en todo el Mediterráneo. No sólo en España e Italia, en países del Norte de África y de Oriente Próximo, hay grandes extensiones de olivos. Tanta es su fama que, incluso, en países de Latinoamérica, Estados Unidos o Australia, el olivo está empezando a cultivarse.
Durante algunos años, el aceite de oliva perdió consumidores por sus altos precios y por la falsa creencia de que daba demasiado sabor a las comidas. Sin embargo, hoy el aceite de oliva goza de muy buena salud. Cocineros de gran renombre hablan de las excelentes cualidades de este aceite. Pero también los médicos y nutricionistas explican que el aceite de oliva es más sano que otro tipo de aceites o que la mantequilla. Por ejemplo, el aceite de oliva aporta más vitaminas A, D y E; tiene una mejor digestión; es bueno para el desarrollo del cerebro y para el sistema nervioso; no produce colesterol; ayuda a prevenir enfermedades cardiovasculares; y es muy bueno para la piel.
A pesar de todo, dicen que el sector olivarero está en crisis. Los excedentes de este producto están cercanos al medio millón cuando se acerca el tiempo de la recogida de la oliva de la próxima temporada. El gran stock ha hecho que los precios bajen y, la aparición de manos menos expertas, que el aceite de oliva sea de menos calidad. Para el sector se avecinan tiempos de desafíos. “Tenemos que poner al aceite de oliva en el lugar que se merece”, dicen desde la Asociación Interprofesional del Aceite de Oliva Español. Ampliar la demanda de este producto y convertir al aceite de oliva en un producto de calidad. Devolverle el esplendor del pasado.
Ana Muñoz Álvarez
Periodista