Sociopolítica

El aceite y la aceituna: SUS BONDADES

 

 

            He escrito infinidad de veces sobre las bondades del aceite de aceituna; mal llamado de oliva y como puede deducirse fácilmente, “deshuesando” las dos palabras con que titulo arriba; puesto que si la aceituna es el fruto, el zumo que del mismo se extrae debe denominarse así; como y por ejemplo, el zumo de naranja no se dice que es del naranjo; y no cito más por cuanto es innecesario; pero la deformación sigue y va a seguir por aquello tan viejo de que… “las costumbres se hacen leyes”.

 

            Y he escrito sobre ese zumo natural (único aceite vegetal que se extrae así sin ninguna química o artificio; no entrando pues, el que se extrae del orujo) por cuanto aparte de lo que la mitología griega dice de él y de aquel regalo de la “diosa de la sabiduría” a los griegos; es que es en sí, un producto natural tan maravilloso, que aparte de ser alimento, medicina, cosmética y producto industrial (materia prima) para múltiples usos (y no solo en la infinita gama asociada a productos alimenticios); puesto que cada vez se le encuentran nuevas utilidades y a medida que se investiga sobre las propiedades del mismo.

 

            Pero científicamente, creo recordar que fue un investigador norteamericano, el que viendo la enorme cantidad de padecimientos coronarios, en su país; y que achacaban a una alimentación deficiente y sobrecargada de grasas animales y azúcares; supo que en países del área mediterránea, esas enfermedades coronarias y sobre todo el temido infarto, eran bastante desconocidas; igualmente que aquellas gentes vivían mucho más y su vida era bastante más placentera en todos los órdenes, que la que llevaban en sus “avanzadísimos estados” y que igualmente, era plaga en otros de similares adelantes tecnológicos, pero “donde aún ni habían aprendido a comer”.

 

            Es desde entonces y a partir de aquellas investigaciones, como fue tomando forma y firmeza, lo que luego se ha denominado como dieta mediterránea, en la que igualmente entran las abundantísimas frutas, legumbres y verduras, de la cuenca de este mar, así como sus igualmente abundantísimos vinos; pero destacando que “el padre de esta dieta es el aceite de aceituna” y ello ya nadie lo cuestiona o discute.

 

            Resaltemos que las mayores propiedades de este aceite natural, están en su consumo en crudo y en las calidades mejor elaboradas, cuya cima es el virgen (lo de virgen extra ni debiera existir) puesto que ya quién le asignó la palabra, “virgen”, lo señaló magníficamente, puesto que era el aceite… “que no habían tocado manos humanas, salvo para que con sumo cuidado llevarlo a los depósitos o envases elegidos para que su virginidad no fuera manchada, o resguardada ella todo lo más posible, hasta que han llegado los tiempos en que esto ya se hace con plena eficacia”; pero cuando se le impuso este nombre no era así… y yo he visto ese aceite como se producía, en aquellos ya museísticos molinos de rulos cónicos de duro granito, movidos a vapor y luego por energía eléctrica.

 

            Y puedo dar fe de la bondad de ese aceite crudo, al que mi abuela me aficionó, con el consumo ancestral del “pan y aceite”, desayuno que desde niño practico, aunque hoy sea en forma de tostadas con abundante aceite, un poco de pasta de tomate natural y un diente de ajo, crudo y hecho láminas que coloco encima, no empleando la sal, puesto que con sólo lo dicho, ya es un alimento completísimo (de buen sabor) y que acrecienta el ajo crudo, como un depurativo magnífico (según investigador alemán) para la sangre. Por descontado que ello acompañado del buen vaso de leche, a la que yo le añado una bolsita de té, pero que igualmente puede ser café. Una pieza de fruta natural a media mañana y así hasta la hora de comer, normalmente a las dos de la tarde.

 

            Por lo que sea (y yo no he sido “un monje trapense”) yo apenas he ido al médico; nunca he estado rebajado del trabajo y “pisé” un hospital, ya cumplidos los 63 años y donde estuve 24 horas, para que me hicieran un cateterismo. Y hoy ya camino de mis 73 agostos, me encuentro bastante bien… “y no he hecho nunca deporte, salvo el nadar placenteramente en tiempos de calor”; si bien he andado mucho, aunque ahora menos; pero ya digo, “funciono bastante bien y aún tengo todo el pelo sobre mi cabeza”; tampoco el bisturí ha tocado mi cuerpo, por lo que lo conservo tal cual lo recibí.

 

            ¿Qué ello sea por el mucho aceite que consumo? (he hecho cálculos y yo creo que consumo 18/20 litros anuales) No lo sé, pero para mí, que algo tiene que ver el aceite; puesto que incluso mi aparato digestivo, funciona como hace sesenta años o más. Y no digamos “mi caletre”, puesto que a la vista esta, cuanto a través del mismo escribo, que quizá también sea por… “el engrase de las neuronas con aceite de aceituna”; que reitero, fue un don que la diosa de la sabiduría (Atenea) dio a los griegos.

 

            Pero es que hoy cuando escribo, encuentro en la prensa local, un informe que atestigua que en la Universidad de Jaén (que afortunadamente tiene un buen equipo dedicado a la investigación del aceite y del olivar, de forma integral) han descubierto que también en la piel del fruto (la aceituna) han encontrado componentes anticancerígenos, cosa que ya estaba descubierta en el aceite de aceituna, el que igualmente contiene esos mismos componentes… huelgan más comentarios, para que en nuestra mesa ni falte el aceite de aceituna, ni tampoco unas aceitunas de vez en cuando. Y por descontado, mucha fruta y verduras naturales y “cocina mediterránea abundante”.

 

Antonio García Fuentes

(Escritor y filósofo)

www.jaen.ciudad.org (allí más)

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.