CREDO
Por: Belisario Rodríguez Garibaldo
Yo creo
en el bebé que nace, en el hombre que canta poemas ante el cielo,
en la mujer que llora con la canción del amor de nuestros días,
en el obrero que martilla su sustento velando a su hijo al dormir,
en el campesino usando machete con sudor y llagas en sus manos,
yo creo en todos mis hermanos que son prisioneros de la mentira,
creo en la madre que mece al hijo en la cuna con un arrullo
para calmar el llanto que pide el jugo lácteo de su cuerpo,
yo creo en el niño cuyos labios dan un cándido y sincero beso,
creo en el amor que impregna paz y multiplica las especies,
creo en la esperanza del mundo al ver estrellas de la noche,
yo creo en la inspiración de los marineros en el mar,
de los combatientes en las batallas, de los poetas que cantan
ante la mirada atónita del guardián de la muerte,
creo en la libertad como eterna quimera de los hombres…
Del Poemario “El Amanecer del Tiempo”, Belisario Rodríguez Garibaldo, Premio ‘Demetrio Herrera Sevillano’ de 1998; Editorial CIEN, Panamá, 2001.
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BÁšSQUEDA
Por: Belisario Rodríguez Garibaldo
– Hay minas de donde se saca un corazón y derrama su diamante de vida
en el agujero negro de los hombres…
– Pero dígame hermano:
¿De dónde podemos sacar al albañil, al minero, al profeta?
– Shttt. Haz silencio, si es que de alguna manera quieres encontrarte.
Pero ama, ama con toda la fuerza de tu cuerpo, con toda la embriaguez de tu alma…
– Y entonces, ¿resucitarán los muertos? ¿Renacerán los sueños?
– Tal vez dentro de ti, muy dentro de los siglos y milenios,
de todos los lutos y las risas, renacerán las ruinas, las cenizas,
para que surja el hombre esculpido en fuego y carne.
– ¿Y lo veré? ¿Será visto por mis ojos?
– Sí, pues aunque se pudra tu cadáver, hay ojos que nunca mueren;
desnuda tus ojos para que así lloren eternamente.
– Pero es de amor todos mis llantos, mis ronqueras,
el nudo en la garganta, el amor que todo lo engulle y lo procesa.
– No, no digas eso, pues sólo así el amor puede ser vendido en las plazas y mercados, sustraerlo de la nobleza de los hombres y sin barreras…
– Por favor amigo, hermano y enemigo de los buitres de la muerte,
de ella, muerte, muerte, muerte…
– Mira al cielo y deja que tu llanto se desprenda y se revuelva con las nubes,
que tu alma se confunda en dudas y cantos con todas las estrellas.
Del Poemario “El Amanecer del Tiempo”, Belisario Rodríguez Garibaldo, Premio ‘Demetrio Herrera Sevillano’ de 1998; Editorial CIEN, Panamá, 2001.
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EL AMANECER DEL TIEMPO
Por: Belisario Rodríguez Garibaldo
Todo se percibe en este sueño,
la llamada, el reloj, la risa de los niños,
pues si todos los llamados de este mundo no contestan,
en la espera debemos seguir, haciendo resistencia,
pues dentro de poco no habrá murallas que impidan
a la humanidad transitar por el umbral del tiempo,
y aún el hacha de la muerte será destruida por el fuego
que ha de brotar de las enseñanzas del Maestro,
y todo minuto de incertidumbre será mostrado en una plaza
como una reliquia de todos los matices y colores,
y ya no habrá mentiras, ni verdades, ni palabras,
ya no habrá más zonas grises para la humanidad herida,
ni existirá el ruido ensordecedor de bombas o de balas,
pues las antiguas utopías se multiplicaran para recorrer la tierra,
y sólo una voz se escuchará gritando por el cielo,
y esta será la voz del hombre, del cantor de sueños y esperanzas,
que brotará de nuevo como cal por su sangre diluida por milenios,
y marcará con la verdad a todos los que aman,
– y primero será escuchado por los que oyen el llamado de la vida:
cuando el sol se esconde en el crepúsculo del día –
pero pronto podremos todos los hombres de la tierra
brindar alzando el cáliz que contiene las lágrimas del mundo,
y de una vez por todas se alzarán brigadas de todas las naciones
para disparar un certero fuego de amor entre los hombres,
y habrá empezado la batalla de un nuevo mundo sin tinieblas…
Del Poemario “El Amanecer del Tiempo”, Belisario Rodríguez Garibaldo, Premio ‘Demetrio Herrera Sevillano’ de 1998; Editorial CIEN, Panamá, 2001.
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PRESENTIMIENTO
Por: Belisario Rodríguez Garibaldo
Han pasado años, lustros, décadas,
en que me he visto a mí, en ti,
pues todos van en la misma dirección,
como un corcel errante que trota en la vía esperada,
revolviéndose en el camino, como en la cama, por temores,
y en los cuartos cerrados gimen, lloran, tiemblan, patalean,
dicen que es la cárcel en que están prisioneros del destino,
que se manifiesta día a día en un laberinto semidesnudo,
de tantos años, tantas encrucijadas, de golpes que llegan y se van
(pues del alma vienen los golpes).
Mas aún tenemos la posibilidad
de salirnos al encuentro, está la duda, la incertidumbre,
el buscar, buscarse, buscarnos,
las raíces ocultas y sumergidas por miles de años,
O ¿es que a lo mejor serían más?
puede ser que es mayor el tiempo que el olvido dentro del cuerpo,
pero que más da si sólo el tiempo se revuelve en un lamento,
mas también con lamentos seguimos hacia adelante, avanzamos,
en un camino lleno de barrotes, como una cárcel o un desfiladero,
pues somos esclavos de la mentira que nos crean,
nos injertan, nos llenan de ella hasta quedar vacíos.
Hemos tenido un pasado, un presente, un futuro…
¿Futuro? ¿Vendrá tal vez? ¿De ti depende? ¿De mí depende?
será por eso que es ahora en que te buscas, te llamas, te imploras,
para tener una excusa antes de morir, y entonces poder decir:
“Estoy aquí presente y todo lo que pasó no fue nada”. ¡Nada!
¡Como si ya nada fuera lo que fue y todo hubiera sido en vano!.
Ahora en adelante, ¿qué haremos? ¿qué diremos?
¿que existe un dolor que se extiende en nuestro ambiente?
¿que se defenestra el alma como se defenestra el mundo?
Y mientras tanto llueven balas, hambres, muertes, miserias…
miserable eres, miserable soy –
(mentira, aún queda la flecha del Arquero para que nos levante
del lodazal austero en que se encuentra el mundo nuestro).
Párate,
Preséntate,
Invócate.
Desnúdate ahora y en la hora de los muertos,
de los vivos, de los fantasmas, de los que danzan…
Busca tus raíces, apresúrate,
antes que tu tronco lo tumben, lo despedacen,
y lo transformen en materia prima
para engullirnos, absorbernos,
apúrate, no te detengas, sigue adelante,
pues a lo mejor en la otra esquina,
después de tu trabajo, de tu casa, de tus compras,
puede que venga la muerte, ya no hay tiempo, ni para lamentos,
ya no escuches los ecos de afuera, escucha los de adentro,
los que te golpean, te aman y tratan de amarrarte
para que no vayas en el camino de autodestruirte;
Párate,
Preséntate,
Invócate.
Yo te miro a través de la ventana de tus ojos, de tu alma,
por todos lados te observan las miradas que te aman;
sigue, sigo, sigamos adelante, pues en un futuro incierto,
puede que haya una verde pradera para que descanses.
Allá te espero.
Del Poemario “El Amanecer del Tiempo”, Belisario Rodríguez Garibaldo, Premio ‘Demetrio Herrera Sevillano’ de 1998; Editorial CIEN, Panamá, 2001.
* Primer poemario de autor, de él dice el jurado calificador del Premio «Demetrio Herrera Sevillano: “Premiamos por unanimidad la obra ‘El Amanecer del Tiempo’. El libro premiado revela un excelente manejo de la técnica del verso libre, debido a que hay en el autor de dicho trabajo un contenido lírico original y diferente. Además, se pude sentir a través de sus versos una interrelación temática que sirve de enlace entre un poema y el otro. En los nueve poemas que integran el contenido hay garra, es decir, que el poeta posee tal dominio de sus temas, que logra captar la atención del lector simple, al punto de invitar a leer y repasar varias veces sus versos. El ritmo es acompasado y melódico en cada poema, como si se tratara de una rapsodia en hexámetros a pesar de utilizar el verso libre para expresarse, por estas razones estimamos que hay suficientes méritos para premiar a ‘El Amanecer del Tiempo’.”