Los que tenemos cierta edad -expresión indeterminada y piadosa- recodamos la importancia que tuvo la televisión en nuestra infancia; la sorpresa que supuso; el mágico mundo de imágenes y conocimientos que nos abrÃa. Era un medio que traÃa unas posibilidades ilimitadas y que venÃa a cambiar nuestros hábitos sociales y familiares.Â
Sin embargo, con el tiempo -no mucho, apenas 3 ó 4 décadas- el invento ha crecido enormemente en cantidad de aparatos en cada casa, de canales, de horas de programación. Se ha convertido en un gran monstruo con muchas cabezas y brazos. Sin embargo, ha bajado estrepitosamente en calidad, seriedad y rigor. Con excepciones, hoy la televisión es morada de comadreos de porterÃa, de chabacanerÃa, de mal gusto, de zafiedad y horterada. Toda manifestación de malos modos, de ignorancia, toda mostración obscena de la intimidad es jaleada por un público que ve alagado sus más bajos instintos. Un montón de personajes insignificantes se han aupado a la fama televisiva sin otro mérito que… no tener ninguno.Â
Éste es un cambio evidente, pero hay otro olvidado y quizá no menos importante. Antes se solÃa ver la televisión juntos. No era extraño que los mayores comentaran los programas con los más pequeños, mientras los abuelos no terminaban de creerse aquel invento. Hoy la situación es distinta: los niños, los jóvenes, los mayores, cada grupo ve programas distintos, a horas distintas, con frecuencia en habitaciones distintas. Es más: el marido y la mujer la ven por separado. La proliferación de aparatos contribuye a esta situación, pero esto no es más que la superficie del fenómeno. Hay otra causa: el hecho es el sÃntoma de un profundo cambio social. Cada edad tiene su televisión como tiene su lenguaje, sus lugares de diversión, sus horarios. De una sociedad férreamente dividida en clases sociales hemos pasado a una sociedad dividida en grupos de edades, que cohabitan, que se soportan mutuamente, con frecuencia incomunicados entre sà en una situación que se parece poco a la convivencia.Â
En fin… siempre queda la libérrima posibilidad de apretar el botón del mando a distancia. No es tan difÃcil. Hagan la prueba.