Recientemente salió la que parecía una gran noticia y sobre la suma importancia de cierta gastronomía “sideral” o de la modernísima cocina española; y cuyo máximo exponente se dice es Ferrán Adriá con su restaurante “El Bullí”. Sorprendió a muchos (al menos a mi) el que gratuitamente se le de tanta rimbombancia al cierre por dos años (se dice) de tan famoso restaurante (“el más famoso del mundo”) y al que los comensales vienen de esa parte del mundo rico, que puede costear el sentarse en tan sumo templo del moderno comer, que para mi (esas comidas) distan mucho del buen comer, por lo que luego explicaré.
Los noticieros (hasta las televisiones le han dado sus mejores espacios en entrevistas) han cuasi plañido, lamentando este hecho que nadie se explica y que el interesado, más o menos justifica, por cuanto hay que seguir “investigando” y que por tanto es un cierre “sabático”; cosa que se la puede creer cualquiera yo no en absoluto.
Primero por cuanto el dueño del negocio es catalán y el catalán mucho más que otros, “siempre busca la pela puesto que el dinero es santo y seña para la mayoría de catalanes” (no discuto que para otros también… pero menos). Y un negocio del que se dice que el comensal que allí entra, se deja como mínimo doscientos euros… “eso es mucha pela para que un catalán decida cerrar el negocio por dos años”.
Los que hemos vivido siempre en el comercio y la industria, sabemos lo que cuesta crear una marca o prestigiar un negocio comercial; lo fácil que es perder la fama y por tanto la clientela… y cerrar un negocio que parece próspero, para reiniciarlo dos años después (si es que se reinicia) eso no entra en ninguna mente comercial, sea catalana, sueca o chilena (por ejemplo) eso es sencillamente increíble.
La realidad de lo que ocurra en los entresijos de ese aparentemente buen negocio, deben ser otros y un periódico en España los ha publicado diciendo lo que sigue:
“Días atrás se anunció el cierre de El Bulli, el gran restaurante de Ferrán Adriá. El gran cocinero catalán ha fallado en la gestión. A pesar de que cada comensal se dejaba una media de 200 euros, no cubre gastos. Eso sí: los programas de televisión, la publicidad, cursos, presentaciones, vajillas Adriá, etc., representan muchos más ingresos y rentabilidad para el cocinero pero todo gira alrededor de El Bulli. Y El Bulli perdió 300.000 euros en 2009”. (Diario Hispanidad.com del 29-01-2010)
O sea y más claro, que traducido a pesetas y si la noticia es cierta como se supone, ya que publicar ciertas cosas “sería peligroso y motivo de pleitos”; ese negocio ha perdido el equivalente a cincuenta millones de pesetas y en un solo año… y hay que cerrarlo por cuanto el negocio no está en servir comidas sino en la fama y los apéndices que el citado diario cita. El restaurante como tal es un fracaso, puesto que sencillamente no es rentable.
Por mi parte sólo he ido una vez y en mi ciudad a uno de esos “modernísimos e innovadores” restaurantes y la verdad, sufrí tanta hambre y quedé tan defraudado, que me prometí no ir a ninguno más; prefiero mil veces la amplísima y tradicional comida española (igual me ha ocurrido con los chinos) que “tanta chuminada que al final lo que contiene es, ni chicha ni limoná” y te la hacen pagar a precio de oro; cuando en cualquier punto de España se come excelentemente simplemente pidiendo la comida tradicional de cada uno de esos lugares… Cataluña incluida. Y sobre los chinos digo igual, en España hay surtidos y precios para todos los gustos y todos los bolsillos.
Aquí se está llegando a algo similar a lo que ocurriera en el tan nombrado Imperio Romano y donde se hacían platos… hasta de “lenguas de ruiseñores”; lo que ya demuestra no el sibaritismo, sino por el contrario, la degeneración y hastiado de todo lo bueno que da la vida; y sin llegar al consejo de Pitágoras (que lo que comas no dure más su condimentación que el tiempo de comerlo) por demasiado austero, hay en España guisos y preparados culinarios como para satisfacer al más exigente, salvo a esos insatisfechos… “que hartos de todo ya no saben lo que desear y a los que suelen seguir los que sin criterio siempre se dejan cegar por lo que solo son luces de bengala”.