Cultura

El escritor sin nombre

Afrentas de vodevil barato obtenidas de novelas por escribir, negro sobre blanco en un ejercicio de acopio de energías intelectuales sin otro afán más que la del narrar, contar una historia, con mayor o menor acierto, con mayor o menor talento, con mayor o menor honestidad.

«Ven, toma Coca-cola», invitación sin maldad que ejerce un tremendo poder de sugestión, ajena a todo, ajena a malas interpretaciones, pero connotando sin denotar. Letras que se escapan a través de dedos que teclean compulsivamente, pero letras sin nombre, letras con otro nombre.

Palabras que forman historias y no firman sino cuentan, algo, o nada, tienen vida propia, como todas las historias, y si llegan a algo volarán a otras manos que amasarán dinero, capital hoy, capital mañana, capital siempre, derechos de autor que desaparecen del que escribe, porque el que escribe no escribe más que para sí.

Para el resto escribe otro, que firma, sin escrúpulos, aquello que no le pertenece pero ausente de historias cae en la tentación y se deja llevar, él no quería, nadie lo duda, pero el editor necesita carnaza y tanto vale una como otra, siempre que vaya con firma, con una buena firma.

«Ven, toma Coca-cola», y el escritor sin nombre se deja llevar, porque tiene el vicio de comer a diario y la necesidad de escribir, ya poco importa que nunca se sepa que fue él, y no otro, el que escribió tal o cuál novela, ya sólo importa que su novela se publicó.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.