«[…] un Manual de Buenas Prácticas publicado en 2007 por ALDARTE, un centro de atención para gays, lesbianas y trans […] cuestiona la clasificación vigente de la transexualidad al declarar que «no es ninguna enfermedad sino una opción más dentro de la diversidad que abarca la sexualidad humana», aboga por una atención basada en la escucha y reconoce la diversidad de trayectorias y deseos respecto a la modificación explicitando que «la operación no es necesariamente la meta de todo / a transexual»».
Página 35.
«Virgina Prince […] llamada madre del movimiento transgénero afirma: «No estamos rot*s, ¡así que dejen de intentar arreglarnos!»».
Página 86.
«Debemos recordar o explicar (a aquellos que no tengan familiaridad con los textos de Sigmund Freud) que una de las grandes subversiones del descubrimiento freudiano consistió en separar radicalmente la pulsión sexual de cualquier determinismo natural o biológico. Desde esta perspectiva, el psicoanálisis no puede ni debe sorprenderse en absoluto ante la existencia de sujetos cuya convicción íntima de identidad no coincide con el sexo anatómico, genérico o fisiológico».
Página 142.
El libro es una colección de textos independientes, con sus propias características, autores, extensión, carácter y subtemas, que se han redactado siempre en torno a la patologización de la transexualidad. El feminismo, los derechos sanitarios, o el psicoanálisis moderno son algunos de estas otras realidades que se relacionan con la tansexualidad y historia de la patologización y su situación hoy en día.
Habría que señalar que el orden de presentación de estos pequeños ensayos, estudios o exposiciones podría desanimar a algunos lectores (el prólogo de Butler no es de fácil comprensión, como no lo es ningún texto de filósofo por su tendencia natural a crear nuevos lenguajes y formas de explicar el mundo); así como el hecho de que muchos de los artículos aquí reunidos tienen un carácter bastante técnico, lo cual también podría alejar a cierto público. Esto, en sí, que en sí no constituye un rasgo negativo, aunque limita la comercialización y difusión del mensaje que se contiene y que es de alto valor incluso más allá de la propia transexualidad pues lo que se plantea, en general, es una nueva forma de pensar el cuerpo, la mente, la sexualidad, el género y, por lo tanto, un desafío a la sociedad que, si bien puede que no esté del todo preparada, sí se iría ejercitando en una apertura en sus formas cerradas de entender el mundo y las relaciones con uno mismo y con los demás, si consiguiese adentrarse en este volumen de escritos.
No sé si el objetivo del libro es llegar a un número cuanto más amplio mejor o bien concienciar al propio colectivo transexual y al colectivo médico de un discurso avanzado pero coherente sobre las estrictas formas de concebir el sexo y el género, que dificultan la existencia a una serie de personas que sólo ansían su realización, como el resto de seres humanos, aunque en este caso dependan, muchas veces, de las determinaciones de psicólogos y psiquiatras no siempre preparados para comprenderlos o no siempre libres de prejuicios.
El libro, rico en su variedad, contiene textos de periodistas, psicólogos, médicos, antropólogos, sociólogos, transexuales «de la calle»… Particularmente valiosos son los «testimonios» llamados «narrativas», muy cercanos para el lector medio y que dan una versión en primera persona de quien vive la transexualidad, los cambios y el procedimiento impuesto por el Estado para conseguir el reconocimiento jurídico y/o acceder a la cirugía.
La cuestión va mucho más allá de que se ponga en tela de juicio la necesidad o idoneidad del juicio de un psiquiatra o los métodos utilizados por estos (test anticuados y desarrollados en entornos diferentes como el americano con el agravante que se basan en conceptos de género/rol que se intentan erradicar, el doloroso «test de la vida real»…), o incluso la identificación de la cirugía como un paso imprescindible en el camino de todo transexual. Lo que se explica llega al punto de plantear una división en el colectivo en el que aquellos que apoyan la posición antigua llegan a poner en duda la «transexualidad» de quienes apuntan hacia la despatologización e indican una vía de conformidad con su cuerpo sin necesidad de hormonación o paso por quirófano.
A lo largo de todo el libro se hace patente la importancia del lenguaje y las definiciones, y también la necesidad del hombre de clasificar y encasillar para hacerse la vida más fácil o sencillamente por pereza o miedo a asumir la variedad del mundo que lo rodea. No me resisto a copiar una nota a pie de página de uno de los textos: «Personas trans son aquellas que poseen y vive / representan una identidad de género diferente a la atribuida al nacer. Se incluye también a aquellas personas que, por obligación, preferencia o libre elección, optan por presentarse, a través de la vestimenta, accesorios, cosméticos o modificaciones corporales de modo diferente a las expectativas respecto al rol de género atribuido al nacer. Estas personas son, entre otr*s, transexuales, personas transgénero, travestis, cross dresser, no géneros, multigéneros, personas genderqueer y también aquellas personas con variantes de género que se identifican o se asocian con lo arriba nombrado».
Si alguna gente de la calle no es capaz de diferenciar conceptualmente (es decir, no está bien informada) la homosexualidad de la heterosexualidad , o hemos de admitir que un amplio número de personas creen que a todos los homosexuales les gusta vestirse de mujer, ni qué decir tiene que estamos lejos de que se comprendan todas estas realidades personales. Aunque lo que sí podemos esperar e incluso debemos exigir es el respeto a la identidad de cada un* o, en caso contrario, dejar de denominar a nuestro sistema democrático o de derechos.
En cualquier caso se plantea con inteligencia una duda fundamental para despatologizar el la transexualidad y retirarla del Transtorno de Identidad de Género de los manuales diagnósticos internacionales DSM y CIE, ¿es realmente la transexualidad un transtorno que genera malestar o son las expectativas de la sociedad en cuanto a género y sexo lo que genera malestar?
Las preguntas sobre la satisfacción de maltratar animales (considerada masculina) o la tendencia a leer revistas de mecánica (¿existen en España?) son algunos de los indicativos que los psiquiatras tienen en cuenta a la hora de «identificar» el género de los transexuales y, una vez identificado, «convencerlos» de la idoneidad de la hormonación y la cirugía, tras lo cual su vida «empezará de cero». Ni qué decir tiene por tanto que algunos criterios serían, cuando menos, discutibles y que, como muchos «trans» (por nombrar al colectivo de alguna forma genérica) aseguran, sería mucho más efectivo proporcionar información que permita que cada persona pueda sentirse, y hallar y disfrutar su identidad de género sea esta la que fuera, en el supuesto caso de que poder ponerle nombre sea necesario.
Un libro de alto nivel cultural y conceptual que invita a la reflexión, la empatía y el cuestionamiento de muchas ideas en cuyo entorno hemos vivido y sido educados hasta hoy.