Consonancias, 24
EL GESTO Y LA PALABRA: DE ‘PERSÁ‰FONE’ A ‘ABSURDOS INSTANTES’.
El pasado fin de semana la escena zaragozana ha presentado dos obras singulares. En el Teatro Principal, el grupo catalán Comediants, que dirige Joan Font, dio un paso al frente en su trayectoria y se enfrentó a un tema siempre latente, siempre pendiente entre los humanos, aunque el día a día nos hace olvidarlo a menudo: la muerte. En lugar de enfocarlo desde un punto de vista trágico o luctuoso, recurrieron al mito clásico de Perséfone para montar un espectáculo ambicioso en el que cinco actores y un músico plantearon el tema de forma lúdica y simbólica. El uso de máscaras, el recurso al mundo de las varietés, las escenas grotescas y una interpretación minuciosa en el gesto y la palabra, en su línea habitual, hicieron que Comediants refrendaran con esta obra los éxitos que acompañan su trayectoria escénica.
Esta aportación a una postura más natural ante la muerte, que la que ha consolidado la ideología judeocristiana predominante durante los últimos siglos en nuestra vida cultural, es un logro que se viene realizando desde diferentes ámbitos: también el mundo cinematográfico, el literario, el plástico y el periodístico abogan en los últimos tiempos por desdramatizar un proceso consustancial a todos los elementos vivos. Pudiera extremarse diciendo que la vida es una enfermedad mortal.
Desde una óptica muy diferente, la compañía andaluza Teatro Síntesis Producciones presentó, dentro del programa ‘Estación de Invierno’ del Teatro de la Estación, la obra ‘AbsurDos Instantes’, dirigida por Javier Ossorio, basada en textos de Karl Valentin. Utilizando los recursos del teatro del absurdo, la pareja protagonista expuso de forma lúcida y divertida los problemas que plantea la soledad del ser humano, aunque se halle rodeado de personas y situaciones que le posibilitan una cierta evasión. La mirada del personaje masculino, intensa y de gran versatilidad, fue uno de los alicientes principales de la actuación.
Un ritmo ágil y directo condujo la sucesión de las escenas. El texto, con claras referencias al lenguaje de Samuel Beckett, introduce al espectador en una especie de sinfonía del absurdo y lo hacen debatirse entre la angustia de la catástrofe inevitable que supone el paso de la vida y el humor lúcido que nos mantiene alerta ante el vacío. Iñigo Núñez y Asunción Sanz, perfectamente compenetrados y contrapuestos (valga la paradoja), consiguieron que la puesta en escena del director tuviera una acogida formidable entre los espectadores, con un final sorprendente.