Cultura

EL HADA DE LA VIDA

Por mi edad, me encuentro en una franja de población marcada por una infancia en la que tuvimos todo lo básico para crecer y acceso a una buena educación. Tuvimos padres y madres, mejores o peores, pero los tuvimos. Amigos para jugar y espacios al aire libre donde poder hacerlo con la independencia necesaria para desarrollarnos como niños. Con la libertad suficiente para alcanzar la Adolescencia. Un nuevo periodo para descubrir en el que no nos faltaron apoyo, educación ni opciones. Pudimos estudiar o no, quisimos hacerlo o no. Pudimos enfocar nuestra vida profesional mediante el acceso a la profesión elegida. Pudimos elegir porque tuvimos opciones.
Con más o menos esfuerzo, con más o menos sacrificio, atravesamos esa edad tan difícil de concretar entre la adolescencia y la madurez. Esa edad llena de sueños al alcance de la mano, repleta de noches de ilusiones locas, de borracheras, de malos momentos, de amaneceres ritos. Edad en la que no estuvimos solos y tuvimos dinero al alcance de la mano.
Después, la llamada Madurez. Años de trabajo, de supuestas igualdades, de buscar el brillo de una vida que habiéndonos dado todo, nos arrancó la ilusión por el camino.
Hoy, casi todos padres y madres intentamos realizar el aterrizaje más forzoso de los aterrizajes: La conciliación laboral y familiar. La real, no de la que tanto se habla y tan difíciles nos ponen. La que nos permita cuidar a nuestros hijos y no a pequeños huérfanos déspotas maleducados.
Tuvimos una vida que os dio todo, como el Hada Buena de los cuentos, a cambio, siempre un precio. El precio más alto: Nuestros Hijos. A quienes entregamos sin preguntar, sin dudar, sin importarnos. Sin más.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.