Cultura

El largo viaje: Demonios familiares

Escenarios, 93

Si Eugene O’Neill había prohibido dar a conocer y representar ‘El largo viaje del día hacia la noche’, una pieza dramática que escribió un año antes de morir, fue por alguna razón.

EL LARGO VIAJEAhora, transcurridas más de seis décadas de su desaparición, vuelve a los escenarios en una versión abreviada por Borja Ortiz de Gondra, que ha podido verse este último fin de semana en el zaragozano Teatro Principal. Antes hubo varias, alguna cinematográfica.

La obra es un perfecto testimonio del realismo dramático que O’Neill introdujo en el teatro estadounidense.

Sus protagonistas son personajes que viven en los márgenes de la sociedad y luchan por mantener sus ideales, aunque están abocados al fracaso y acaban por caer en la desesperación. El espíritu del texto no ha envejecido y, a pesar de la ausencia de algunas escenas, resulta fácil encontrar un correlato en la modernidad.

Por quinta vez se monta el espectáculo en España, ahora protagonizado por dos colosos de la escena, Vicky Peña y Mario Gas, secundados por un terceto de actores jóvenes, Alberto Iglesias, Juan Díaz y María Miguel que hacen el contrapunto a los esposos Tyrone, cuya íntima tragedia es el eje de la historia.

Si el autor se resistió a su conocimiento inmediato, fue porque se trataba de su propio drama familiar, pudiéndose identificar él personalmente con Edmund, el hijo menor de la decrépita familia retratada.

La obra, dirigida en esta ocasión por Juan José Alonso, transmite esa claustrofobia íntima en que nació, y tarda en tomar vuelo porque durante la primera parte los conflictos familiares están como soterrados y son vagamente sugeridos; solo a partir de la mitad de la segunda estalla la situación con toda su virulencia externa, al no poderse contener ya la interna. El espectador que no conozca la trama, puede encontrarse algo desorientado ante la lentitud y las reiteraciones con que el dramaturgo intenta desentrañar su propio conflicto, que los actores reflejan admirablemente.

EL LARGO VIAJESon perfectas las interpretaciones de Vicky Peña y de Mario Gas, jugando con las luces y sombras de su situación, que la escenografía refleja acertadamente mediante una apuesta minimalista y un tejido de velos opresivos que acorrala el recinto. Alberto Iglesias comienza un tanto exagerado de gestos mientras dialoga con su padre, aunque paulatinamente consigue introyectar la dinámica que el papel exige. Juan Díaz muestra con bastante acierto esa pesadumbre que le corroe, tanto física como anímicamente. La interpretación de María Miguel, en el papel de la criada Catheleen, es ambivalente: al comienzo se distancia del grupo, pero pronto se adhiere a él, contagiada por sus desajustes y su dependencia alcohólica.

Las aportaciones videográficas, un recurso cada vez más utilizado en los montajes, contribuyen a situar y perfilar la acción, ubicada en una casa a la orilla del mar.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.