Cuando una misma opinión y/o comentario ha sido tantas veces repetido y escuchado en relación con la ausencia de liderazgo por parte de Mariano Rajoy, está claro que termina adquiriendo altas cotas de credibilidad, dependiendo de las circunstancias.
En sentido contrario, nadie cuestiona que nos encontramos ante un político formado, serio, honrado y escrupuloso administrador, pero en estos difíciles momentos, posiblemente, con independencia de la abrumadora mayoría obtenida el pasado 20-N, no sea la persona idónea para afrontar la recuperación del país y superar la crisis que nos invade y continua incrementándose. Al actual presidente quizá le falte ese “plus” que requiere y diferencia a los verdaderos dirigentes y que sus asesores se sienten incapaces de inculcarle o no saben como hacerlo. Para muchos, a Pedro Arriola (Sevilla, 1948), eso del “coaching” ya le viene bastante largo…
A nuestra angustiada España no le sirve un líder que ejerza de mudo y se refugie en ausencias y silencios esperando que escampe. Es necesario alguien en permanente comunicación con sus administrados, que de la cara y reconozca sus errores, pero nunca escudándose en ruedas de prensa con vicepresidenta y tres ministros. Es precisamente en las situaciones más críticas cuando la ciudadanía demanda la comparecencia de su presidente, para explicar, razonar y justificar las decisiones de su Gobierno. Conviene recordar que los votantes otorgaron la confianza en las urnas a Rajoy porque permitirle al PSOE una tercera legislatura sería un suicidio seguro.
Admitiendo que es demasiado prematuro ponderar la valía de Rajoy sin haber cumplido un mes en el cargo, no es menos cierto que las críticas manifestadas por la oposición (están en su pleno derecho) y miembros de su propio partido, así como también por medios de comunicación nacionales y extranjeros, sobre sus primeras medidas con tan drásticos recortes, no pueden ser consideradas precisamente como afortunadas.
Conviene recordar que en múltiples mítines del Partido Popular en la pasada campaña electoral, se criticó con toda la razón y muy duramente, las voluminosas subvenciones del PSOE a los llamados sindicatos mayoritarios (CC.OO y UGT), si bien, con posterioridad, el recorte decretado por el Gobierno se quedó en un 20%. Totalmente decepcionante puesto que lo pretendido era que dichas organizaciones se mantuviesen con las cuotas de sus afiliados exclusivamente. ¿A qué obedeció tan brusco cambio de criterio? Obviamente cabe interpretar que estando pendiente la aprobación de la Reforma Laboral por patronal y sindicatos, lo suyo sería respetar los intereses de instalados y sindicalistas por parte del Gobierno, lo que constituye un despropósito más.
Para finalizar y en relación con el contenido del párrafo anterior, en la encuesta elaborada por Sigma-Dos para EL MUNDO, el pasado día dos, a la pregunta de: ¿Qué le parece la reducción del 20% a las subvenciones de partidos políticos, sindicatos y organizaciones empresariales? La contestación fue demoledora: 61,5% insuficiente y 33,1% suficiente. No obstante, la que concitó mayor acuerdo fue la del “establecimiento de responsabilidades civiles o penales para los gestores políticos”, que logró un 90,4% a favor. Sin comentarios.
Esperemos que don Mariano lea también los sondeos post-electorales y compruebe que los ciudadanos, con independencia de partidos y colores, cada vez están menos dispuestos a que se les tome el pelo ni a tolerar impunidades, corrupciones y despilfarros como los cometidos en los pasados y amargos ocho años.