África es un continente que enamora y que genera un “deseo de volver” irreprimible para muchos de los que la visitan. A esa enfermedad amorosa se refiere Eduardo Garrigues, ex-embajador en Namibia y Botsuana, con su último libro “El mal de África” (Ed. Martínez Roca, 2010). En él aparecen algunos relatos impactantes de la época en la que tuvo que asumir tareas poco cómodas, como el embarazoso suceso de la devolución de los restos del negro de Banyoles, pero también otros cuentos que describen la belleza de la naturaleza y muchas costumbres locales de los diferentes países que el autor ha podido recorrer en su carrera diplomática. La visión atinada de este hombre “tocado por África” nos permite acercarnos al continente negro con una perspectiva intimista y aventurera, influenciada por otros grandes escritores exploradores como Ernest Hemingway o Joseph Conrad.
El Negro de Banyoles
Entre muchas otras experiencias diplomáticas, Eduardo Garrigues fue testigo de uno de los momentos más tensos en las relaciones entre España y África en los últimos años: la devolución de los restos del “Negro de Banyoles” en 2007. Ese embarazoso roce diplomático nació de la imprudencia de unos taxidermistas franceses a finales del siglo XIX quienes desenterraron el cadáver de un bosquimano para llevarlo a Europa y, luego, taxidermizarlo. Finalmente, “el negro llegó por casualidad al museo Darder de Banyoles”, ha explicado el periodista Jacinto Antón en la presentación, y, desde entonces, el museo fue el foco de severas críticas procedentes de la OUA (Organización para la Unión Africana) que acabaron con la repatriación del cadáver en unas condiciones tensas e inolvidables.
Eduardo Garrigues fue designado representante de España en aquel entonces y tuvo que acompañar los restos del bosquimano hasta Botsuana en un viaje que, aunque ya alejado de la época colonial, ilustraba las tensiones latentes entre Europa y África. “Eduardo tuvo que asumir toda la maldad del colonialismo y aguantar el chaparrón de críticas de las autoridades de Botsuana”, ha destacado Jacinto Antón. De esta situación dramática, nació uno de los relatos que ahora componen la obra “El mal de África”. Su autor asegura que la historia es verdadera en un 99% y que gran parte de las intrigas políticas formadas alrededor del Negro de Banyoles son auténticas. Aún así, “siempre hay una vuelta de tuerca de imaginación”, ha explicado Eduardo Garrigues para reivindicar el carácter literario de su obra.
Fauna y momentos de extremo riesgo
Amante de las cacerías y de la aventura, el autor ha dedicado numerosos relatos a la fauna y los safaris africanos. Entre ellos, cabe destacar un cuento que empieza justo cuando acaba un famoso relato de Ernest Hemingway en el que un animal recibe un disparo. A partir de ahí, describe cómo el impacto de esa bala sacude al propio cazador y cómo se ve afectado por el sufrimiento de su víctima. Más allá de la influencia literaria y de algunas similitudes físicas innegables con el premio nobel americano, Eduardo Garrigues también ha vivido intensos momentos de caza en los que ha podido comprobar que “es relativamente más fácil matar a un león con un rifle que un búfalo”.
Refiriéndose a su pasión por la caza, el escritor también ha revelado algunas anécdotas en las que, por ejemplo, fue considerado por otros embajadores de la zona como un gran cazador cuando, en realidad, poca experiencia tenía. Eso le condujo a estrenarse en nuevos escenarios y situaciones delirantes, a pocos metros de búfalos y leones. “Ocurrió que acabé siendo lo que los demás pensaban que yo era: un cazador experto”, argumenta el escritor haciendo referencia a la influencia que puede tener la percepción de los demás en la identidad de una persona.
El resultado de la trata negrera y de la colonización
“Africa es un continente maldito porque el colonizador lo ha hecho todo muy mal”, ha explicado Eduardo Garrigues volviendo a señalar el caso del negro de Banyoles para ilustrar su argumento. “Llevarse lo mejor de un continente durante cuatro siglos destruye inevitablemente a un continente. Los blancos se llevaron a toda la juventud de África”. Asimismo, el escritor ha señalado que las fronteras impuestas por occidente y la consecuente instalación de una clase privilegiada de autóctonos (representante del poder colonial) también han sido devastadoras.
Comparando el colonialismo español en América con el de Europa en África, el ex-diplomático español ha querido destacar el horror de la colonización africana. “España, por lo menos, ha dejado templos y edificaciones diversas. Sin embargo, no he visto nada de todo esto en África”, ha sostenido el autor. Y ahora, en los tiempos en los que nuevas potencias coloniales se van formando, Eduardo Garrigues comenta que lo curioso del imperialismo chino es su tendencia a explotar los recursos locales de una zona geográfica pero siempre acudiendo a la mano de obra china. “¡Todo es chino! Del asfalto a la mano de obra…”, ha declarado el escritor. Evidentemente, África tiene el poder de hechizar a todos los amantes de aventura pero también y, es quizás lo más doloroso, de llamar la atención de todas las potencias económicas por sus recursos naturales.