Un día, la abadesa de un monasterio budista visitó al Maestro chan Chao Chu y le preguntó cuál era el significado del “misterio más profundo de todos los misterios”.
El Maestro le dio un pellizco en una nalga como repuesta. La monja se indignó airada ante este comportamiento y le espetó:
– ¿Todavía tienes esto en la mente?
– No, – respondió el Maestro -. Eres tú quien todavía tiene eso en la mente.
La pregunta de la erudita abadesa se refería al logro de la naturaleza del verdadero yo. Es decir, la libertad y la plena realización. A través de su pellizco, el Maestro Chao Chu quiso despertar a la monja para que comprendiera que “el misterio más profundo” para ella era su propia naturaleza, su cuerpo, como si fuera la plenitud de su ser.
Al decir la abadesa indigestada de lecturas, “todavía tienes eso en mente”, demostró su error al dividir a las personas en hombres y en mujeres, aferrada al pensamiento dualista que distingue en dos mitades opuestas ignorando la coincidencia de los opuestos.
Los maestros chan solían decir: “Una mente pura producirá una tierra pura”. Expresamos lo que llevamos dentro, ignorando que quienes buscan desde la plena aceptación viven la realidad del “misterio más profundo de todos los misterios”. Es decir, que no hay misterio.