La existencia de los dioses constituye, sin dudas, una de las más antiguas y con seguridad, “la más extraordinaria” y “perdurable” de todas las “ideas” que jamás haya concebido la mente humana.
Sabido es, que el hombre primitivo, tenía un total desconocimiento de las leyes de la naturaleza y de la sociedad así como un limitadísimo desarrollo cultural y que al mismo tiempo, poseía necesidades biológicas, surgidas del desarrollo evolutivo sujeto a leyes de la especie humana, las cuales, no podía satisfacer adecuadamente, debido a lo inseguro del medio y que además poseía, necesidades superiores: Intelectuales, éticas, estéticas y espirituales que eran una consecuencia de la vida en sociedad, las cuales estaban en constante desarrollo.
Cuando su rudimentaria capacidad de razonar, le permitió conocer, que era su propia voluntad la que decidía sus acciones pero que carecía de poder .para provocar o impedir fenómenos como las enfermedades y la muerte, llegó a la falaz conclusión, de que existían voluntades personales sobrenaturales, con poderes ilimitados, que eran las causantes de todo cuanto ocurría en su entorno, Así surgieron los dioses en la mente del hombre
De otra parte, al descubrir que los objetos disminuían, aparentemente de tamaño o dejaban de verse cuando se alejaban y que reaparecían en su original dimensión al acercarse de nuevo, llegó también a la falsa conclusión, de que a esas voluntades sobrehumanas y todopoderosas, no las podía percibir, porque se encontraban seguramente en el cielo, que para él, era el era el lugar mas lejano.
Deduciendo erróneamente también, que los hombres descendían de los dioses, con su capacidad de crear imágenes de seres inexistentes con imágenes de otros de la vida real, les dio figura humana y capacidades semejantes a las suyas, pero siempre superiores
No tardo en utilizar a los dioses para satisfacer sus necesidades espirituales y en recurrir a ellos en busca de ayuda y protección contra las inclemencias del tiempo, el hambre, los depredadores y las amenazas de otros seres humanos.
Y finalmente no dudo en sometérseles rendirles culto, colmarlos de ofrendas y hacer sacrificios en su honor para granjearse su buena voluntad o recibir su perdón
Tuvieron que pasar muchos miles de años para que algunos nobles místicos, seguramente bajo la influencia del hambre, la deshidratación, o las enfermedades, que abundaban en aquellas tierras de profetas, creyeran recibir revelaciones de los dioses y muchos mas todavía para que otros hombres desde la comodidad de sus conventos y ya como teólogos, convirtieran las primitivas e ingenuas creencias sobre los dioses en poderosos dogma al servicio de la religión y de sus intereses personales .Por eso, siempre serán bien recordadas las palabras que Tito Lucrecio Caro (99ª 55 AC) con el propósitos de emancipar a la humanidad de todos los miedos dejó plasmadas en su obra ” De Rerun Natura”
“Los dioses no son más que un producto de nuestros propios temores”