El pasado y el futuro en la escena teatral: Transición y Mein Kapital
Consonancias, 21
Dos obras recientemente programadas en Zaragoza, con fuerte vinculación aragonesa tanto autoral como actoral, plantean un interesante ejercicio de reflexión sobre el pasado y el futuro a partir del presente. ‘Transición’, escrita por Alfonso Plou y Julio Salvatierra, se presentó en el Teatro de las Esquinas en una producción del Centro Dramático Nacional, L’Om Imprebís, Teatro Meridional y el zaragozano Teatro del Temple, dirigidos todos por Carlos Martín y Santiago Sánchez. ‘Mein Kapital’, escrita por ocho dramaturgos teniendo como referencia El Capital, de Marx, regresó al Teatro de la Estación de la mano de la compañía residente Tranvía Teatro, más Teatre Tantarantana y Teatro del Astillero, bajo la dirección de Cristina Yáñez.
En la primera de las obras, el pasado es explicado desde el presente; en la segunda, el futuro es imaginado y temido igualmente desde la actualidad. Un hoy insatisfactorio en ambos casos. La Transición fue una etapa esperanzadora de la historia española, pero no se han cumplido muchas de sus expectativas. Los autores indagan con riesgo en los entresijos de aquella época, tomando como referencia un personaje simbólico (Adolfo Súarez, real y ficticio a la vez) que canaliza las vivencias y las reflexiones de quienes hemos participado en esta trayectoria político-social. Lo que hoy somos se explica mejor considerando lo que fuimos. ‘Transición’ es un puzzle de situaciones, unas veces tragicómicas y otras tiernas, interpretadas por un plantel de ocho actores, encabezados por Antonio Valero. Un acertado ensamblaje de episodios, referencias, personajes y canciones termina construyendo un retablo de la España que fue considerada desde la que es.
‘Mein Kapital’, por el contrario, no presenta una ubicación concreta: lo que ocurre puede suceder en cualquier país de nuestra órbita cultural, también entre nosotros. El declive de Occidente, el ocaso de las ideologías, la crisis del capital, el fin del estado del bienestar, la precariedad en el trabajo, las relaciones de poder, la degradación de las relaciones humanas, el cambio en las escalas de valores, la crisis familiar y la deshumanización progresiva son los ejes sobre los que gira la acción. Episodios aparentemente desconectados entre sí van confluyendo en un objetivo común: salir de la situación del modo más drástico posible. Un grupo de hombres y mujeres son preparados para realizar un viaje a Marte. La tripulación es sometida a un proceso de selección buscando sujetos aptos para la supervivencia en un planeta hostil. A través de sus palabras, recuerdos, acciones, deseos, reflexiones e instintos, los tripulantes harán un recorrido sobre las memorias y herencias del ser humano contemporáneo y sobre el destino que ha tenido la humanidad tras la caída de los muros, las bombas, los aviones, las bolsas y las ideologías. ‘Capri s’est fini’ es la canción leit-motiv que simboliza el vértigo irremediable de estos tiempos.
La reflexión final es obvia: estamos en una encrucijada. El pasado nos ha enseñado algunas cosas, pero tal vez no hemos aprendido la lección profunda. El futuro nos plantea un reto para el que seguramente no estamos aún preparados. La función del teatro es entretener, pero también concienciar. Las dos obras reseñadas consiguen plenamente ambos objetivos.