Sociopolítica

EL PEQUEÑO COMERCIO APLASTADO ADREDE

Lo del monopolio es tan viejo como el aparato de mando; el que tiránico siempre, ha sido ejercido por la razón de la fuerza y nunca por la fuerza de la razón. El último ejemplo que estamos viendo es el cómo los grandes capitales, perfectamente organizados van empobreciendo al comercio más indefenso y de paso explotando, tanto al consumidor como al productor, pues sabido es los grandes abusos que han cometido y cometen con los productores de lo que venden los «grandes»; cuyos enormes beneficios se explican a simple vista, sólo viendo como crecen sus sucursales y en  las  que emplean cantidades enormes que vienen de esa explotación muy bien organizada, en  un sistema de comercio que con la connivencia de los políticos («que se venden por un plato de lentejas») va apoyando a los grandes… sin consideración a los que van siendo devorados por esa máquina infernal.

Diré primero, que gran parte de mi vida transcurrió, «detrás y delante de un mostrador»;  por tanto sé  lo que es la venta directa al cliente y al comerciante.

Hace muchos años  y cuando aparecieron los primeros supermercados; ya notamos que lo que estos aportaban era, la supresión de múltiples empleos que antes ocupaban los dependientes de mostrador y que atendían personalmente  al cliente, en ese trato  humano hoy ya casi perdido. El supermercado no aportó ahorro económico al personal, sencillamente  por cuanto compraba más de lo debido y al poder coger y escoger; casi nunca reparaba en precios y en la mayoría de casos, creía comprar «liebre», cuando él y  por  su propia voluntad, había cogido  y echado en la cesta «el gato». Para comprar en un  supermercado (no digamos en las grandes superficies) hay que tener una inteligencia y un autodominio, que la inmensa mayoría no tienen. Y es lo que explotan, se denomina… «impulso de compra».

Por mi parte; he ido a una gran superficie simplemente a ver y observar todas estas cosas; jamás he ido a comprar, salvo algo puntual que ineludiblemente había que comprar allí. Me sigue gustando… «el buenos días o buenas tardes» del dependiente o dependienta, que me sonríe, me muestra lo que me vende y me da a elegir de paso que me aconseja, para que me vaya contento y vuelva siempre allí.  En los supermercados  y sobre todo en esos monstruos denominados grandes superficies, es algo horrible ir a comprar; pero inexplicablemente la gente va… no piensa, no sopesa, no calcula y normalmente, cuando sale muchas veces se horroriza de lo que lleva y ha pagado; siempre mucho más de lo que pensó al  entrar en esos infernales «sacadineros».

Están ocurriendo muchas cosas que si los pequeños comerciantes no se despabilan y plantan batalla, se los van a comer «como las gambas peladas».

En mi ciudad son ya incontables los negocios que han tenido que cerrar, por los cepos que incluso el inútil y voraz ayuntamiento, impone (falta de aparcamientos, calles peatonales, no se puede descargar, etc.) incluso se ha llegado al abuso, de que en un mercado central y en cuyos sótanos hay aparcamientos públicos; estos eran copados por políticos o empleados del ayuntamiento  o diputación, en detrimento del ama de casa o el «amo»; que va al mercado a  comprar lo que necesita. Y como  el mercado data desde 1885; pues el inútil ayuntamiento, no se ha preocupado de que han pasado 125 años  y que hoy, al lado de ese mercado (que reitero es central y de los mejores de Andalucía por su surtido) debiera y hace ya treinta años, existir aparcamientos gratuitos o a precio de mantenimiento del servicio, como mínimo para mil automóviles y cien furgones, puesto que estos últimos  los utilizan restaurantes y otros centros que vienen a comprar.

Sin embargo, cuando han venido «los grandes explotadores»; todo  han sido facilidades, bajadas de «pantalones o bragas» y a proteger a quienes vienen a desvalijar al ciudadano. ¿Qué cantidad global cobra hoy el ayuntamiento a esos grandes… qué cobra aún de los pequeños… cuánto ha dejado de cobrar a los que ya cerraron? Son cuentas lógicas, que ni los inútiles políticos hacen y que los tontos de los comerciantes, no esgrimen con manifestaciones de todo tipo, pues «los están asesinando vivos».

Leo en prensa que… Ya hasta se están programando barriadas enormes, SIN LOCALES COMERCIALES; pero sí reservando enormes espacios con sus aparcamientos, para los grandes explotadores… demencial, al final a los que vivan (yo y afortunadamente espero estar ya muerto y quemado) los convierten en aquellos desgraciados de la granja de Orwell… y lo terrible es que la gente se conforma y «traga».

Lo incomprensible es que ni los políticos (que dicen representar al pueblo) ni las cámaras de comercio, e industria, colegios profesionales,  sindicatos de empresarios u obreros, quieren enfrentarse como es su ineludible obligación a estos hechos que en realidad, empobrecen a todos en beneficio de sólo minorías y ello está tan claro como la luz del día. ¿Para qué existen todas estas organizaciones que se nutren  precisamente de los que no son capaces de defender?

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.