Recién llegado del Aneto y la Maladeta, donde he ido a entrenar a más altura, compruebo que un viento del Sáhara, quizá el siroco, ha azotado estos días a toda la península, llegando incluso a notarse sus efectos en las faldas del Aneto.
Este viento ha traído hasta el Pirineo polvo de arena del mismísimo desierto africano, por lo que muchas laderas se encuentran ahora con una nieve que lejos de ser inmaculada y blanca, como estamos acostumbrados, es de un color marrón bastante feo. Pero que incluso así se deja esquiar, y mi pasión por el esquí no deja pasar ni una sóla oportunidad de ir allá donde se pueda esquiar.
Esa masa de aire cálido también ha conseguido menguar significativamente el manto de nieve que, iluso de mí, esperaba que siguiera en nuestras montañas, entrado incluso el mes de junio. Seguro que en junio habrá nieve en el Aneto, como todos los años, aunque habrá retrocedido muchos metros arriba.
Aún así, y sabiendo que la nieve estaría más que primavera, veraniega o como el hielo de las pescaderías, subimos decididos Patricia, Zolly y yo hasta la misma cumbre del Aneto, con sus 3.404m de altura. Pasando por el conocido “Puente de Mahoma”.
Esta arista de roca y nieve la llamó así uno de sus primeros ascensionistas por asemejarse al puente que creen los mahometanos, y que como dicen conecta este mundo con el siguiente por un paso delgado como un cabello y afilado como una espada. Y así lo dejó escrito Albert de Franqueville, quien junto al militar ruso Platón Tchihatchev llegaron a este paso un 20 de julio de 1842: “Este Puente de Mahoma es, por tanto, la sóla vía que se nos ofrece para llegar al final”.
Y así es. Por la ruta normal es obligado pasar por aquí. Y muchas personas poco atrevidas o muy prudentes, como se prefiera pensar, se quedan en la antecima. Que apenas se separa cincuenta metros de la cumbre atravesando este paso aéreo y afilado.
Aunque originalmente proviene de El Libro de la Escala de Mahoma, donde se puede leer que el arcángel Gabriel, quien acompaña a Mahoma en su viaje por los siete cielos, le dice a éste: