Consonancias, 32
Los aficionados al teatro estamos de enhorabuena ante una obra como Emonautas. Se trata de un magnífico diálogo teatral distribuido en varios sketch que se está ofreciendo estos días en el Teatro del Mercado de Zaragoza.
Escrito por Alfonso Palomares, él mismo interpreta el papel masculino del trotamundos Triste Trompeta, que viaja hacia ninguna parte acompañado de Valeria Aragón, la protagonista femenina que encarna admirablemente Amparo Nogués-Elena. El título de la pieza, incomprensible a primera lectura, adquiere muy pronto sentido: navegantes de emociones.
Los personajes se deslizan a través de un lenguaje inspirado en Samuel Beckett hacia territorios dominados por el absurdo y la incoherencia, pero impregnados de un hondo sentido humano y de una comicidad delirante. Sucesivos sketchs titulados “El trabajo”, “De los que se van”, “Soñé con volver”, “Cyrano” o “El tren de los perdidos” muestran situaciones caóticas que abordan los protagonistas con un espíritu tierno e inocente, preñado de comicidad inteligente.
Entre ocurrencia y ocurrencia, van surgiendo cuestiones filosóficas de entidad, como la dimensión del tiempo, la búsqueda de la felicidad, el sentido de la vida, el sentido de la muerte, el papel de la política y otros asuntos vitales que acosan al ser humano atribulado por la confusión del mundo que le envuelve. Desde una clara postura humorística, inspirada también en el surrealismo, se proponen esos temas de reflexión que convierten a esta producción de la compañía Lagarto-Lagarto es una de las más sencillamente espectaculares aparecidas en los últimos tiempos sobre los escenarios españoles.
Con un montaje simple, una acertada ambientación musical camp y una matizada flexibilidad argumental, la obra mantiene cada vez más vivo el interés del espectador que se siente aludido directamente e incluso es invitado a participar en el desarrollo de la caótica trama. El eslogan que acompaña al título de la obra, ‘La risa es lo penúltimo que se pierde’, refleja con exactitud la intención de autor y su desarrollo por parte de los protagonistas. El humor inteligente siempre impacta, y de manera duradera.
El ritmo, el lenguaje, la dicción, la danza, la sincronía y otros elementos escénicos, singularmente la caracterización y la gesticulación con veladas alusiones a cómicos de la vieja escuela, como Charles Chaplin, hacen de Emonautas un trabajo casi perfecto, de imprescindible visión para el aficionado.
El ‘casi’ alude a un pequeño detalle que Triste Trompeta debe tener en cuenta al cantar el tema revolucionario italiano y aludir a la bandera, que en la lengua de Dante es bandiera; pareció escucharse en español en dos ocasiones, siendo todo el texto italiano. Pero al margen de esta minucia, el disfrute y el impacto derivado de este excelente trabajo están asegurados.