Mientras, su marido duerme a pierna suelta. “Hoy es el día, hoy me levanto a cambiar las cosas” Se dice a sí misma. [Pablo Ramos, en En cinco minutos levántate María. Editorial Malpaso]
Aquí, un servidor, por su amor a la lectura hasta que la vista duela como si la estuvieran golpeando las h y las z, me veo en el compromiso conmigo mismo de advertirle al posible lector, que si toma esta obra monólogo de una mujer nada fría, que se acerca a esa cruel edad que pueden ser los sesenta años, para entretenerse, no lo haga. «No es un libro para llevar a la playa» advierte el propio autor Pablo Ramos con su peculiar criterio sobre el compromiso del escritor:
Esta narración provoca tal palpitación manejada y envuelta por un lenguaje cuidado hasta la sencillez extrema, que no entretiene, pero abraza literariamente con una vivencia que es quejido gemelo, petición de la palabra con la que expresar sentimientos, dolores, quehaceres y sueños frustrados, también algunos placeres. De todo tenemos en la vida.
Es María la protagonista, la única magnífica y subyugadora, el resto de los personajes, su marido y los hijos más todo un desfile de familiares, vecindad, situaciones y costumbres, son piezas que juegan según los criterios y juicios de María, con especiales preferencias claro. La de su hijo Gabriel Reyes, un tipo áspero que arrastra problemas con el alcohol, las drogas y otros desvaríos. Es domingo y ella está en la cama, duermevela de la mente y el cuerpo, cuando se pide a si misma cinco minutos para componer las horas del día, la mañana antes de meter los pies en las zapatilla y poder hacer frente a lo que surja, lo que venga, aquello que con desgana y desencanto supone que podrá presentarse.
Mientras, su marido duerme a pierna suelta. “Hoy es el día, hoy me levanto a cambiar las cosas” Se dice así misma y comienza el monólogo interior corriente del pensamiento y memoria que todo lo guarda y vuelve inquietante, sobre el presente que ya suma esa cantidad de años vividos, sufridos y soportados en su vida, cuando la vejez golpea en la puerta con todo lo que ha transcurrido en su existencia. Y en esos cinco minutos de duermevela quiere ser, intentar con su propia confesión convertirse en mujer verdadera, distinta, madre ejemplar. Todo en cinco minutos algo así a la superación de una prueba, un acoso consigo misma, demostrarse que no se conforma con ser una esclava más, la derrotada y destrozada de siempre. Examen y pulso para elevarse sobre si misma. Apostar por una nueva vida a los sesenta años.
Pablo Ramos se mantiene seguro en su criterio y visión de por donde debe discurrir su creatividad literaria, contenido preciso y desafiador que muestre cómo «es una construcción de la mirada de los otros; el yo literario, en cambio, está construido solamente por mí, dejando al desnudo lo que quiero y más me duele mostrar«. Su narración, siempre en primera persona, la considera dominadora del propio compromiso: «Un escritor es necesario cuando se hace cargo en primera persona de lo que dice e identifica a alguien, entonces el yo se transforma en nosotros«.
Monólogo volcado sobre un vivir existencial que por largos intervalos es coloquio consigo misma, severo examen sobre la desesperación en la que se desvive “qué injusta es la vida, qué triste que no estén nunca esos que la humanidad necesita tanto”; por otros es un tejido de incertidumbres “es agobiante esto que me pasa”; ciertas veces galopa sobre la constancia, “siempre trato de tener energías, de empujarlos a todos para adelante”; y hay momentos en los logra un respiro, un alivio “Yo no quiero morir, nunca quise morir, mucho menos quise estar muerta en vida”.
María, navega por esos cinco minutos de duermevela entre la vigilia y el sueño, quiere ser una mujer verdadera, una madre verdadera, pide cinco minutos más, quiere tomarse tiempo para lograr ganar un pulso sobre si misma.
Embargadora prueba para lectores exigentes, esta apuesta desafiadora de una mujer sencilla.