Tomando el título del concepto del famoso ufólogo J. Allen Hynek, le cambié la palabra cercanos, por urbanos, con lo cual me quedó: Encuentros urbanos del tercer tipo. Y digo esto para parodiar las relaciones humanas en la ciudad. Quizá a través de la parodia es la mejor forma de explicarlo.
Si uno observa algunas especies de seres vivos notará que forman colonias, como las abejas, las termitas, los murciélagos, los orangutanes… Esto, trasladado a los humanos no tendría nada de raro: vivimos en ciudades donde de alguna forma también son colonias, como el lugar donde viven las demás especies. Lo realmente inusual es que, a diferencia de otros seres vivos, nuestras ciudades funcionan de manera caótica, y muchas especies viven organizadamente o en aparente armonía. Por graficar el caos citadino solo basta ver los telediarios que, a fin de cuentas, nos resumen lo que ocurre en nuestras ciudades (y en el mundo rural, aunque en menor medida).
En la ciudad se puede conocer gente de todo tipo, pero desde luego no todos son agradables. A veces se tiene que lidiar con gente con la que sería mejor no habernos topado nunca. Ocurre en los diferentes aspectos de la vida, como las relaciones laborales, familiares e incluso en «amistades». Y no queda otra salida más que compartir la ciudad, o nuestro espacio común, con ellos. Es lo que hay, diría cualquiera. Y es cierto, porque la selección natural de Darwin no está pensado en ellos. Lo paradójico es que en muchos casos son los que mejor prosperan, los que tienen mayor éxito. Aunque no siempre es así, afortunadamente.
En realidad, para que nos caiga mal alguien tiene que pasar algún tiempo. Son los hechos, las actitudes, las que determinan la opinión que tenemos de los demás. Pero también ocurre que esa opinión se dictamina a primera vista, en cuestión de segundos.
Un mundo, o una ciudad, donde todos se caigan bien es imposible. Las relaciones humanas tienen el añadido, que nos diferencia de los animales, de poder discrepar y elegir nuestras amistades. Lógicamente los animales no tienen esa opción: tienen que obedecer al jefe de la manada o a la reina de la colonia. Los humanos tenemos la capacidad de elegir, de tener alternativas. Y muchas veces acertamos a la hora de elegir con quién nos relacionamos, pero otras nos equivocamos. Digo esto porque en ocasiones nos topamos con auténticos alienígenas sociales. De ahí el título de este artículo.
Los alinenígenas sociales están en todas partes y creo que no hace falta que vengan del cosmos. Me explico: un alienígena social es alguien que no concuerda con nuestras expectativas (éstos pensarán lo mismo tal vez de quienes piensen así de ellos); alguien que está apartado completamente de lo que somos, tanto en valores morales y de todo, o casi todo.
La convivencia en la ciudad conlleva estas cosas. Los encuentros urbanos del tercer tipo ocurren a diario, a toda hora, en cualquier lugar. Muchas veces superan nuestros niveles de tolerancia pero, como dije antes, tenemos la capacidad de elegir.
*Imagen obtenida de google.