Los puntos de partida de la ficción son dos: los hechos reales; es decir, lo que la realidad nos ofreció en un determinado momento. Puede ser un hecho personal, o bien de algo que conocemos, o un hecho histórico del que tenemos constancia porque nos lo contaron o lo leímos en alguna parte. El otro punto de partida es la ficción propiamente dicha: la invención de unos hechos que nunca ocurrieron.
El punto de partida de la memoria (literaria) parte exclusivamente de la realidad, de la verdad. No hay otro; es el único. Son las vivencias de quien lo cuenta.
Existen tópicos como el manido la realidad supera a la ficción, u otro que no conocía y que hace unos días leí en una publicación en Internet: La ficción supera a la ficción.
Entre la ficción y la memoria existen muchas diferencias. Lo que tienen en común es que ambas nos quieren contar una historia.
Pero como las posibilidades que la literatura nos ofrece son muchas, también encontraremos la fusión de estos dos géneros. Uno de sus principales ejemplos es la novela «Memorias de Adriano» de Margerite Yourcenar.
La escritora belga parte de unos hechos reales, de la memoria propiamente dicha, de la verdad: la vida de este Emperador romano. La parte ficticia viene de la transcripción que ella hizo de los datos que conocía. Esta transcripción, en primera persona intenta ser fiel al original, pero no existió el original. Lo que Yourcenar hizo fue coger los datos históricos del emperador romano y con su peculiar estilo le dio voz a un Adriano ficticio. Se cree que se perdieron las memorias originales de Adriano.
Entre la ficción y la memoria se encuentra este híbrido: la ficción autobiográfica. Dicho de otra forma: las verdades y mentiras que el escritor mezcla como un antiguo alquimista para obtener un producto literario. Este producto es una recreación, una alegoría de la realidad para entenderla de otra manera. Las múltiples interpretaciones de la realidad nos ofrece esa capacidad de imaginar, de remover lo establecido por la razón. Porque ir más allá de una única interpretación amplía las posibilidades de entendimiento y despierta la curiosidad por saber cada vez más. Por eso leemos ficción: pues la realidad no nos basta; no nos conformamos con lo que vemos o nos cuentan. Además la ficción, así como la realidad, activan muchas facultades necesarias para la vida diaria, como la percepción, las emociones, etc.
«Memorias de Adriano» es una novela de ficción autobiográfica. Se ha traducido a muchos idiomas y ha vendido millones de ejemplares en todo el mundo.
Algunos cuestionan la existencia de la inspiración por ser éste un concepto ambiguo, genérico. Se prefiere, en algunos casos, decir que la inspiración no existe, que se trata únicamente de esfuerzo; de que cuando te pones a darle a la tecla aparecen las ideas. Lo cierto es que de una u otra forma existe un punto de partida que estimule, que motive la creatividad. Nada se crea de la nada.
De todos modos, haya sido inspiración o esfuerzo, o las dos cosas, Margerite Yourcenar creó su «Memorias de Adriano» a partir de hechos reales, aunque a través de su creatividad literaria construyó el conjunto de la novela.
*Imagen Google.