Hace unas semanas reseñábamos la obra de Javier Águila: La oportunidad de Dan, una historia de corazones sencillos, de amores imposibles y amores que se cumplen. Un relato sobre las dificultades de la vida, enfocadas a través de los ojos de un universitario homosexual y sensible que se sorprende a sí mismo pensando que puede amar a una mujer, haciendo de mentor de su hermano en temas de protección física y emocional en lo relativo los encuentros sexuales, viajando a Estados Unidos, reencontrando a un amigo o primer amor de la infancia y echando de menos a una madre muerta que, frente al cliché de la materna protección y comprensión, no acabó nunca de aceptar la orientación sexual del personaje.
Ellibrepensador: La madre ausente, toma bastante presencia en la novela, sobre todo por lo que no se dice. Da la sensación que esa figura sigue estando siempre en la mente del protagonista. Sin embargo, son sentimientos encontrados. ¿Qué papel juega la madre de Dan en la historia?
Javier Águila: La madre de Dan desarrolla un papel importantísimo en su vida. No es exclusivo en la vida de Dan la importancia que tienen las figuras que aceptamos como parentales en significación en nuestro desarrollo psicológico y a ivo. Los mensajes parentales que quedan grabados a fuego en la primera infancia van a contribuir en que desarrollemos un determinado guión de vida. La madre de Dan, en un imperativo inconsciente, le viene a decir: “No seas”, “No pertenezcas”, mensaje que, aceptado por Dan, sobre todo por haberlo tenido que aceptar en una temprana edad en la que, vulnerable y dependiendo de sus padres para su supervivencia, en su edad adulta no le permite una plena realización personal. El trabajo terapéutico de Dan, en este sentido, es enterrar –quizá por eso el ritual de despedida en el cementerio– el mensaje y darse el permiso interno de poder ser él, de manera auténtica y libre. La madre, a partir de entonces, estará presente en su interior… aunque ya no poseerá ese mensaje, si cabe, censurador. No es tanto qué fue su madre con Dan, sino qué aceptó e integró Dan de su madre y de otras figuras significativas en su desarrollo psicológico y afectivo para ser del modo en que se nos presenta.
El: De hecho las posiciones frente a la homosexualidad del personaje son variopintas, y rompen ideas generalizadas como: «la madre siempre lo sabe y lo acepta»; «con el padre siempre es más difícil»; «la gente joven ya lo comprende y acepta sin problemas»… De hecho son dos jóvenes universitarias las que peor llevan la forma de ser de Dan. ¿Qué has querido decir al ir «contracorriente»?
JA: Que la realidad es plural y diversa. Que en nuestra forma de emitir afirmaciones nos vemos irremediablemente arrastrados por cantidad de prejuicios interiorizados. Que, si nos detenemos un momento para filtrar determinadas afirmaciones, podremos descubrir creencias propias que no tienen por qué ser necesariamente aplicables y funcionales para el resto. Que nuestras rutas mentales, nuestros esquemas, son sólo válidos en la medida en que a cada uno de nosotros nos sirven. Si nos dejamos llevar por las posiciones que se aceptan –por lo general–, entonces nos estamos posicionando con obstáculos que no nos van a ayudar a acercarnos a –lo particular– de lo idiosincrático de la vida de cada uno. Es un posicionamiento ‘contracorriente’, sí. Es un posicionamiento que podría generar nuevas afirmaciones generalistas –no es mi deseo–. Es un posicionamiento, al fin, que nos dice: ¿Y por qué no?
El: Hay un momento en la novela en el que la sexualidad de Dan queda en entredicho pues mantiene una relación de amigo que evoluciona a enamorado con alguien que cree que es una chica. Por esta circunstancia y otras que suceden posteriormente en el libro, como la doble tendencia confesada por el hermano del protagonista, parece que la novela cree en la bisexualidad natural de las personas. ¿Es así?
JA: No exactamente. Más bien surge de forma implícita el concepto de pansexualidad, aunque no es realista, aunque sí fantaseado, en el caso de Dan. Según posicionamientos ecológicos como los de Bronfenbrenner y culturales como los de Lev Vygotsky, en cuanto al desarrollo psicológico, la identidad sexual pasaría necesariamente por un fuerte condicionamiento cultural y en la interacción de sistemas significativos para el sujeto. Por ello, tal vez dirían… “Quizá nazcamos bisexuales… lo que introyectamos con nuestras vivencias va a definir quiénes vamos a ser”. Desde un modelo amplio, holístico, atenderíamos no sólo a lo cultural y psicosocial, también a lo biológico y espiritual. La novela cree en la posibilidad de saberse realizados pese (o más allá) de la sexualidad e inclusive con ella, cualesquiera que sea.
El: ¿Qué ha sido lo más difícil en la redacción de la primera novela?
JA: Escribir la primera y la última línea. La primera… por eso de ‘romper el hielo’, aunque el primer capítulo puede realmente fundirlo. La última… porque ahí sigue la vida de los personajes sin mí. Ahí es cuando de alguna manera dejan de ser míos y forman parte del lector. Cuando sus vidas prosiguen no necesariamente con mi imaginación. Porque la última línea me dijo algo así como: “Ahora seguirán viviendo de modos muy distintos en cada una de las personas que lean la historia, porque para cada uno habrá significado algo distinto. Porque ya no sólo te pertenecen a ti”.
El: Hay, no obstante una idea generalizada que sí pareces asumir, sin embargo, y es que con los padres resulta complicado hablar de sexo. Por eso el hermano del protagonista busca consejo en Dan en lugar de en su padre. ¿Crees que este tabú es inamovible?
JA: Para mí jamás fue tabú hablar con mis padres de sexo y de sexualidad. Es cierto que concebir a los padres como seres sexuados y dirigirte a ellos desde la propia sexualidad puede resultar difícil para algunas personas (con independencia de la edad que tengan l@s hij@s).
¿Tabú inamovible? La sociedad no deja de ser una construcción de la que tod@s somos partícipes activamente de alguna de las maneras, por eso no creo en ese determinismo. Sin embargo, parece que hablar de cuestiones importantes y significativas requiere, al menos, de un vínculo seguro y en el que nos sabemos no juzgados por el otro.
Considero que para ello se requiere un vínculo en el que el amor y la confianza sea nexo que permita un espacio en el que dialogar sobre aspectos de primordial importancia en el desarrollo psicoafectivo y sexual de las personas. El hermano de Dan confía en él por proximidad, por compartir unos determinados valores contemporáneos, por, tal vez, saber que su hermano es homosexual y cree que no va a sentirse culpabilizado por Dan.
L@s hij@s tenemos una hermosa capacidad que a veces obviamos: la educación no es unidireccional. Nuestras figuras parentales nos han dejado su huella… nosotr@s podemos mostrarles de manera auténtica la nuestra propia. A veces, sin embargo, hace falta con una doble dosis de cariño para acatar con compasión su incomprensión. A veces, sin embargo, asertivamente pueden comunicarnos que no van a hablar con nosotr@s de sexo. Lástima, se están perdiendo estrechar lazos en un ámbito que, sin duda alguna, es importante en las personas.
Se dice que se teme lo desconocido… acercarse a hablar de sexo en la medida en que hij@s y padres quieren compartir, puede conducir a conocer… a dejar de temer esa faceta en ell@s… a conocerse mejor como padres… a amarlos en su plenitud. Para ello, sin embargo, se supone, a mi modo de entender, una base segura de vinculación, una mentalidad abierta por ambas partes y el deseo de compartir sin imponer.
El: En la novela se describe un bonito encuentro con un amor de la infancia. Un encuentro que se produce además en unión con la actual pareja del protagonista y que acabará desembocando en un encuentro sexual a tres. Una explosión de sentimientos y sensaciones. ¿No temes que se entienda como parte de esa leyenda negra de la promiscuidad homosexual?
JA: No. Una pareja que determina, en sus reglas de juego romántico, incorporar una vivencia de mutuo acuerdo, es una pareja que se respeta y desarrolla su propia historia más allá de ese tipo de prejuicios.
Con esa explosión de sentimientos y sensaciones se muestra que, seguramente, algo verdaderamente importante sea honrar el haber vivido experiencias realmente gratificantes como la que viven ellos tres. Experiencias, al fin, decididas de forma libre y adulta.
¿Acaso lo opuesto de promiscuidad sería, en este caso, censura de deseos compartidos, realizables pero castrados por el qué dirán?
Como diría Rosseau, en su Contrato Social: “Renunciar a la libertad es renunciar a la cualidad de hombres (yo diría de las personas), a los derechos de la humanidad e incluso a los deberes”.
Por tanto, promiscuidad homosexual o no, ¿Qué le reporta uno hacer lo que hace? Para Dan, al menos, ese trío es casi una experiencia cumbre, en la que sus anhelos y sus deseos se unen por, tal vez primera vez, para saberse aceptado y congruente consigo mismo en ese momento.
El: El primer viaje que realiza Dan es a EEUU. ¿Por qué elegiste este país en lugar de la vieja Europa?
JA: Varios son los motivos: Primero, aunque personalmente yo había viajado anteriormente, EEUU fue para mí el primer país que visité solo. Allí tuve en más de una ocasión la oportunidad de preguntarme sin espejos que conociese: “¿Quién soy realmente?”. Segundo, porque justamente en la Writer Square de Denver fue donde conocí, para después utilizarlo como recurso literario, aquella figura de bronce que aparece en la novela en la que dice: “Once upon a time, when dreams are dreamed, and wishes spoken… you were to me… and we were two again”. Finalmente porque para mí fue un viaje revelador y quise inspirarme en algunos momentos que viví para hacer que formara parte, con otra fachada, en la vida de Dan.
Europa igualmente me fascina.
EL. ¿Alguna influencia literaria confesable?
JA: En narrativa y que incluya temática homosexual: Áscar Hernández (autor de ‘El viaje de Marcos’ y ‘Esclavos del destino’) como autor español y al que agradezco enormemente el regalo de haber sido quién presentase por primera vez “La oportunidad de Dan” en la librería Antinovs de Barcelona. También agradezco las obras de Patricia Nell Warren, estadounidense, con especialmente la trilogía de ‘El corredor de fondo’, por su apuesta literaria en la promoción de la igualdad de los derechos civiles, en un momento histórico nada fácil y por su acertada y extraordinaria sensibilidad.