Cultura

Entrevista a Javier Guerrero: De la enfermedad y su Literatura

Hace unos días reseñábamos la audaz y atípica novela Balnearios De Etiopía, cuya portada, de alguna forma, ya nos hablaba de la crudeza y el exotismo naturales del libro. Porque la enfermedad, la fiebre y sus visiones particulares (o deformadas) de la realidad, son parte de la vida, parte normal de la vida, aunque nos empeñemos en alejarlas de nosotros y evitarlas, cosa por otra parte lógica. No sabemos si esta enfermedad y la forma en que afecta en cómo el autor/protagonista (pues habla en primera persona) nos dice las cosas, es una alegoría, una forma enmascarada o febril de decirnos algo más. Para tratar de esta y otras preguntas hoy entrevistamos al escritor Javier Guerrero:

El Librepensador: Siguiendo ya una ley no escrita pero inexorable para nuestras entrevistas empezaremos con una pregunta antipática: ¿por qué elegir como protagonista a un hombre enfermo, hoy que se quiere ignorar la enfermedad y la muerte, poniendo un velo a todas las realidades que significan sufrimiento y dolor?

Javier Guerrero: Respondo, quizá, con una afirmación un tanto inexorable: es difícil escoger a los personajes. Una novela comienza por algo y a partir de allí intenta desarrollarse. Aunque constituya un lugar común, uno escribe la novela que puede, no la que quiere. La novela comenzó con un personaje, Lázaro, que rápidamente cede su espacio a otro personaje también enfermo. Pero ahora recuerdo que la enfermedad estaba aún antes que los propios personajes.  No obstante, más allá de estas circunstancias, del todo anecdóticas, me interesó radicalizar la exhibición, y hasta el exhibicionismo, de lo que no se quiere ver. Como bien dices, hoy día los discursos que abordan la enfermedad y el dolor se vuelven casi ilegibles y hasta impertinentes. La asociación entre enfermedad y maldad sigue siendo un tópico ubicuo y casi imposible de quebrar. Y en estos tiempos de biopolítica, la enfermedad se vuelve un espacio vacío, de desilusión, en el que el proyecto de lo humano hace aguas. Quise darle a la enfermedad un carácter productivo, bello.

El Librepensador: ¿Qué era para ti más importante, el enfermo, la enfermedad o la forma en que la enfermedad deforma la visión de las cosas?

Javier Guerrero: Tal cómo mencioné, me interesó la enfermedad antes que el propio enfermo. En realidad, me interesó cómo la enfermedad, más que deformar, da forma. Y esto queda claro tanto en la metamorfosis del protagonista de Balnearios De Etiopia, como en la propia escritura de la novela. Sin embargo, esta cadena de elementos ligados a la enfermedad (el enfermo, la enfermedad, la forma de la enfermedad) resultó un detonante creativo. Incluso, añadiría otros elementos, la enfermera, por ejemplo, a esta cadena de sentidos. Pero la enfermedad como escritura fue el elemento que más me animó a relatar esta novela.

El Librepensador:¿Subyace algún mensaje subliminal en el hecho de que los dos protagonistas que enfermen sean pareja homosexual o es una casualidad sin incidencia en la obra? La relación del protagonista con su madre, las pesadillas en que ella está presente y el alumbramiento tome tantas formas, y tantas veces escatológicas parece muy propio del psicoanálisis. ¿Hay alguna influencia de Freud en tu obra?

Javier Guerrero: Ningún elemento es del todo casual aunque algunos hayan resultado imprevistos y otros casi irreconocibles. La relación del cuerpo gay y la enfermedad tiene una larga historia. Foucault considera que la medicalización del perverso decimonónico lo convierte en un personaje: no es sólo un ente jurídico sino una especie con historia, pasado e infancia. La patologización, su condición de “enfermo”, entonces, historiza una sensibilidad y una otorga visibilidad inédita. Con estos personajes me interesó desplegar un cuerpo que pudiera acceder a formas inesperadas asociadas a su deseo, pero también una escritura que simultaneamente incluyera al cuerpo. En relación a la influcencia de la teoría psiconalítica, creo que resulta imposible escapar de ella. Nacimos con ella y, por más que niegue haberla considerado a lo largo de la escritura de la novela, de seguro está, habita en mi propia sangre.

El Librepensador:Se juega con muñecas y con hermanas a las que, en sueños, se mutila, se opera brutalmente, se desfigura, se da a luz… En Terenci Moix, en Sadístico, esperpéntico e incluso metafísico también el personaje jugaba de niño a diseccionar una muñeca que escondía cuidadosamente de la vigilancia de sus padres.  ¿Una vez más símbolos y arquetipos?

Javier Guerrero: Las muñecas me interesan mucho y toda esta tecnología relacionada a ella (las mutilaciones, disecciones, los sueños o más bien pesadillas) está muy asociada con el cuerpo femenino y la necesidad de convertirlo, por parte de la supremacía masculina, en resto, abyección, monstruosidad. Balnearios De Etiopiaes tan solo un abreboca de mi exploración sobre de las muñecas. Actualmente escribo un libro de crítica sobre ellas. Más que su construcción como símbolo, me obsesiona cómo ellas desplazan al cuerpo femenino y reciben la violencia de género, raza y clase que operan día a día en nuestro alrededor.  El concepto de arquetipo me interesa muy poco; podría decir que aborrezco su aspiración universalista.

El Librepensador: El libro puede llegar a ser muy escatológico por momentos, sucio como el cuerpo humano puede serlo cuando no controla sus funciones, oloroso, defecador… ¿No temes que el público encuentre desagradable en exceso toda esta parte abiertamente descriptiva?

El Librepensador: Totalmente. Nadie quiere leer estos excesos. Pero la novela resultaba imposible de escribir sin ellos. No me interesaba estetizar la enfermedad, me propuse abordar la materialidad del cuerpo y ésta conlleva el riesgo de que se vuelva desagradable, ilegible. Quise confrontar al lector con algo difícil de ver/representar. En cierto sentido, me pregunto si como escritor, más que seducir al lector para que leyera la novela, he intentado hacerle la vida imposible y la lectura insoportable. Eterna Cadencia fue muy valiente al publicar una novela de un extranjero que concibe el género de esta manera. Pero mi intención no es para nada la de ser un “enfant terrible”, no lo hago para molestar. Me interesa explorar estos cuerpos, y en cierto sentido el grado cero del cuerpo. No sé escribir de otra manera.

El Librepensador: A lo largo de la obra se habla de varias plagas que atacan la ciudad. Plagas que no acaban de tener sentido en nuestro mundo habitual. ¿Son símbolos de otras plagas o son deformaciones de la enfermedad?

Javier Guerrero: Quise darle una dimensión exterior, ya que es la operación favorita de la enfermedad, y le imprimirle una dimensión racial y de género a ella. Así mismo, también me interesó explorar la espectacularidad de los discursos ligados a la enfermedad y, por supuesto, llevarlos a un punto de no retorno y de exceso. En todo caso, no quise para nada convertirlos en metáfora de otras plagas, enfermedades o deformidades.

El Librepensador: Una de esas plagas es de plantas carnívoras que, irónicamente, comen carne de animales o de seres humanos. Pero este hecho también se toma como metáfora o alegoría para criticar –según parece- las idolatrías y las sectas cuyo único objeto y fondo real es obtener dinero y poder de la gente de corazón sencillo deseosa de creer en algo o alguien en quien poder depositar su confianza. ¿Es así?

Javier Guerrero: Como bien planteó Susan Sontag, la enfermedad y el mal están asociados íntimamente y aquí la religión juega un papel crucial. Más que criticar a sectas e iglesias, procuré desvelar la pulsión represiva de la institución religiosa y de toda institución, aceptable o no. Especialmente abordé la obsesión de las religiones por la borradura y extirpación del cuerpo, especialmente de aquellos cuerpos que contradicen su autoridad en el horizonte simbólico.

El Librepensador:¿Qué alcance político tiene tu libro?

Javier Guerrero: Depende de a qué dimensión política te refieras. Si te refieres a la política en relación al Estado, me parece que resulta presente y, a la vez, ausente.  Aunque la novela sucede en un lugar aparentemente borroso, me interesó dar indicios (quizá más secretos de lo que preví) de Venezuela. En la novela hay cierta resonancia de la politización de las narrativas de vida sucedida en el contexto político venezolano actual. Por supuesto, hay una memoria personal y afectiva explícita, además del trabajo con la lengua.

El Librepensador: En nuestra reseña, algunas semanas atrás, comentábamos cómo en tu novela, la carne, a pesar de estar en el frigorífico se pudre a gran velocidad, parece absorber enfermedad de su cuerpo, lo cual nos hacía recordar, en cierta forma, la novela El doctor inverosímil, de Ramón Gómez de la Serna, en la que se dice que una mujer estará enferma hasta que se deshaga de una prenda determinada de vestir ya que “no hay nada que conserve la corrupción como unos guantes de cabritilla”. ¿Conocías la obra? ¿Qué sentido tiene este fragmento? ¿Compartes ese humor del absurdo que se cultivaba en cierta Literatura de principios de siglo en España?

Javier Guerrero: Me interesan mucho estas narrativas asociadas al cuerpo y la enfermedad. No recordaba la escena, pero me encanta el hecho de que la desnudez (en este caso, la desnudez de las manos) pueda liberar a esta mujer de la enfermedad. El humor fue fundamental para la escritura de la novela y para hablar desde el espacio, la carne y la cama, de la enfermedad. Me encantaría repensar y, tal vez, intentar reescribir a mi favor la cita de De la Serna, yo diría: “no hay nada que conserve la corrupción como una novela sobre la enfermedad”.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.