¿Cómo surgió la novela y por qué elegiste a una mujer como protagonista?
El tema de la novela surgió de forma espontánea en una etapa apacible de mi vida, lo que me permitió tratar a los personajes con frialdad y desde mucha distancia. ¿Por qué una mujer?, pues sencillamente porque las heroÃnas son siempre más vitales que los héroes. En general soy amable con las mujeres, quizá con Mabel haya sido la excepción. La protagonista es una mujer de 39 años con un doctorado en BiologÃa que realiza trabajos de investigación en su especialidad, la entomologÃa y el control de plagas, en la Universidad de Ginebra. El texto es un tanto heterodoxo para lo habitual en la estructura de una novela y entremezcla el diario Ãntimo de Mabel con escenas de teatro, diálogos y conversaciones telefónicas entre los personajes. Mabel, una mujer independiente y decidida que sufre con los sucesos vitales del pasado y del presente que la precipitan a su autodestrucción. El texto es del tipo tragicómico y casi siempre irónico, a mÃ, al menos, me lo parece. Creo que los lectores se identificarán con una protagonista que causa compasión y horror a partes iguales. Las tragedias gustan a todos. El lector no debe juzgar a Mabel y si lo hace debe perdonarla como siempre nos perdonamos a nosotros mismos.
Parece que el tema subyacente de la novela son las relaciones de poder.
SÃ, las relaciones de poder están a la orden del dÃa. En primer lugar, el texto confronta a Mabel con su conciencia y las dos coexisten y luchan en un yo dividido. Mabel se muestra libre y espontánea, es el lado trágico del sufrimiento, mientras que su conciencia está en lo cómico, la farsa, el yo que se rÃe. Mabel se desdobla y se ofrece en espectáculo sin pudor alguno; es un puro personaje histriónico y ella lo sabe. En segundo lugar, Mabel arrastra consigo, sufriendo con su madre, lo que se llamó “locura a dos†y con el tecnicismo actual “trastorno psicótico compartidoâ€, que es una entidad clÃnica rara, quizá una mera curiosidad psiquiátrica pero que me pareció que tenÃa mucho juego literario; esta lucha de poder madre-hija es trágica y está cargada de ansiedad. Otras relaciones de poder son de carácter sexual y se dan entre Mabel y sus amantes, Blas y Christelle, y aún otras son de poderÃo profesional con su jefe de laboratorio Dominique.
Las referencias literarias en el texto para qué pueden servir.
Mabel es una lectora asidua y exigente, y los breves comentarios que va desgranando sobre textos de su gusto ayudan a definir su compleja personalidad. Ahà están Joyce, Simone de Beauvoir, Dante, John Milton, Fernando de Rojas y algunos otros. Por ejemplo, Mabel está en clara sintonÃa sexy con la ardiente Molly, la esposa del insulso Leopold Bloom en el Ulises de James Joyce. Creo que Molly es un personaje potente que algunos crÃticos literarios, varones, de aquà y de allá han menospreciado por obscuras razones.
 Me pregunto a quién podrÃa parecerse la protagonista.
Creo que los escritores somos el producto camuflado de lo que hemos leÃdo, lo que nos queda ahà adentro sin saber muchas veces de dónde viene la cosa. Quizá yo mismo haya sufrido la ansiedad del escritor que comenta Harold Bloom, ya sabes, la ansiedad de la influencia o las deudas, pero no me importarÃa reconocerlo si asà fuera. Ahora me parece, y quizá de forma inconsciente cuando escribÃa, que Mabel tiene una semejanza con el PrÃncipe Hamlet de Shakespeare. Ella también es una pensadora incesante, ensimismada y que escucha con atención lo que su interior le dice, y al hacerlo va cambiando y, como Hamlet, caminando hacia su destrucción. Los soliloquios de Hamlet y el diario Ãntimo de Mabel me parece que cumplen una misma función, la de autoescucharse. Además todo el mundo sabe quien es Hamlet, pues un héroe, sÃ, pero un héroe-villano porque entre otras muchas villanÃas es un manipulador y un asesino. Mabel también es una heroÃna-villana, indigna con su madre y ruin con otros personajes, y ciertamente trama una venganza. Releyendo el texto, y pensando en estas semejanzas, he notado otra coincidencia en esas despedidas ambigüas de los personajes: “el resto es silencio†(Hamlet) y “tengo derecho al silencio†(Mabel). Parece evidente que Shakespeare y sus dramas me han calado hondo. Creo que Mabel también tiene una semejanza con el Satán de Milton, ese fantástico héroe-villano con el que tengo una gran empatÃa; te lo comento porque la protagonista también es derrotada por su jefe Dominique. Ambos, Satán y Mabel, suplicarán sin esperanza lo que me parece un gesto insólito de desesperación. También creo que los rasgos de la conciencia propios de la mujer o del hombre son de difÃcil definición; Mabel contiene ambos sexos y el texto es consecuentemente multiforme.
 Crees que hay muchas mujeres como Mabel circulando por la vida.
Me parece que deben ser muchas las que se sienten, en uno u otro aspecto, como Mabel. A todas ellas la lectura de la novela les ampliarÃa el campo de visión sobre la vida y la necesidad de luchar por su independencia a pesar de las ataduras sociales. Especialmente, y me ciño a mi profesión, a las universitarias con un doctorado en alguna disciplina cientÃfica que tienen que demostrar cada dÃa que valen tanto como sus colegas varones. En este sentido Mabel se lamenta en su diario: “hacerme medio hombre … arrinconando mi feminidad … este hÃbrido que ahora soy.†A lo largo del texto Mabel también muestra su fragilidad emocional y fÃsica, pero resulta evidente que no es una mujer corriente. El texto resalta su individualismo radical y deja en el aire el enigma de la verdadera personalidad de la protagonista. El comportamiento de Mabel ¿refleja una forma de libertad?
JESUS A. GARCÃA SEVILLAÂ (Palma de Mallorca, 1946).
Catedrático de FarmacologÃa en la Universidad de las Islas Baleares. Su actividad investigadora enNeurociencia también se ha desarrollado en la Universidad de Göteborg (Suecia, 1976-1978), Synthélabo Recherche (Francia, 1978-1979), Universidad de Michigan (EEUU, 1979-1981) y Universidad de Ginebra (Suiza, 1998-2003). Ha publicado numerosos artÃculos de investigación básica y clÃnica. Su interés se centra en los mecanismos neurobiológicos de los trastornos psiquiátricos funcionales.
por Miguel Ãngel de Rus, Ediciones Irreverentes