Comenzábamos el año reseñando la última novela ganadora del Premio Odisea (XI Edición): Tres noches. De nuevo la memoria y sus trampas formaban una parte de la historia. El planteamiento de la obra resultaba sorprendente y la distribución estructural también. Una vez más, historias de nuestro día a día: parejas que funcionan, parejas que no; fidelidades; muertes que nos dejan solos; diferencias de planteamiento frente a la vida… Hablamos con el autor para que nos desvele alguna de las claves ocultas de la obra:
ElLibrepensador: Tres noches que dan mucho de sí…
Rubén Mettini Vilas: Sí, hay una condensación de actos, sentimientos y recuerdos. Escribí la novela en «estado de gracia», como si las palabras me fueran dictadas por los protagonistas, con su propia voz. Eso no ocurre con frecuencia. El resultado me dejó enormemente feliz.
EL: El tiempo presenta muchas de sus trampas en tu obra: su pasar silencioso, su ritmo desigual a pesar de ser siempre el mismo, y el deterioro que nos traslada a los seres humanos, mientras él sigue incólume: como si fuéramos su retrato de Dorian Gray.
RMV: El tiempo es una constante en mi literatura y en mis diarios personales. Tal vez el hecho de haber vivido media vida en Argentina y otra mitad en España hace que me preocupe enormemente por el tiempo. Aunque a primera vista, la emigración tendría más relación con el «espacio». El «tiempo» es la categoría que no podemos superar, nos tiene sujetos, somos sus esclavos. No hay escapatoria. Lo mejor es aceptarlo y vivir de acuerdo con él.
EL: Lucas, el protagonista evidente de la obra, es un hombre algo apocado. Es extraño que se elija un «antihéroe» como personaje principal. ¿Por qué lo has hecho?
RMV: Casi siempre, en novelas anteriores, había tratado personajes redondos, plenos, expansivos. Esta vez quise entrar en la voz de un personaje que es «el pianista de un bar muy concurrido», casi no se escucha. También pretendía buscar a alguien que estuviera en mis antípodas. Me admira esa gente callada, que acepta ser el «protagonista secundario» en una película. Ellos tienen mucho más que decir que los extrovertidos, porque sus silencios están llenos de palabras. Y sus mentes plenas de recuerdos y olvidos.
EL: Sebastián, que firma un Epílogo desmesurado para las extensiones habituales de los mismos, en comparación con el total de la obra (prácticamente la mitad), es, desde mi punto de vista, el otro gran protagonista. Su visión del mundo es muy diferente de la de Lucas.
RMV: Resulta claro que Tres noches son dos novelas en una. Dos voces completamente diferentes, Lucas y Sebastián. Los amigos comentan que hallan puntos de coincidencia entre Sebastián y yo. A mí no me resulta tan evidente. Sebastián parece frívolo, superficial, sensual y poco afectivo. A lo largo del Epílogo descubrimos que no es lo que parece y que daría su vida por los amigos. Me arriesgaría a decir que los tres personajes se transforman a lo largo de la novela. Ninguno sale indemne de todo lo que han vivido en esas páginas.
EL: ¿Por qué tiene Sebastián esa forma de pensar sobre la pareja? ¿Qué significan para ti sus reflexiones?
RMV: Sebastián detesta la pareja. No soy tan tajante como Sebastián en mi visión de la relación de dos. Pero tampoco tengo una palabra definitiva sobre el lazo. Pienso en ello con frecuencia. A veces creo que la pareja ha entrado en un callejón sin salida. Tanto las parejas homosexuales como las heterosexuales. Ligar sexo y amor sistemáticamente es tan peligroso como atar el gobierno de un país a la religión. Palabras como «infidelidad», «engaño», «traición» o «cuernos» deberían ser replanteadas, en beneficio de una relación duradera. Sé que la mayoría de lectores me echaría los perros por pensar así. Simplemente yo quiero poner en cuestión la idea de la pareja tal como se concibe en este nuevo siglo.
EL: Alex, en cambio, es un personaje que se escapa, que se diluye entre las conversaciones y descripciones de los demás. ¿Has preferido dejar «mudo» al joven bello de tu obra?
RMV: Á‰l no debía decir nada durante las tres noches. Las claves de su vida las da Sebastián en el Epílogo. Es otro personaje que me gusta mucho, tanto como Lucas, porque también adopta el «segundo plano», pasa inadvertido y es capaz de amar con todo su ser.
EL: ¿Qué ha supuesto para ti que te concedieran premio Odisea? ¿Y qué significa en sí este premio? ¿Crees que se trata de una especie de «galardón de compensación» al que pueden optar los autores homosexuales o de temas homosexuales?
RMV: No creo que sea un «galardón de compensación». No es preciso ser homosexual para escribir sobre este tema. El premio me puso feliz, pero más que el premio, me llama la atención la repercusión que está teniendo la novela en los lectores. Me llegan muchos comentarios emotivos, sensibles, gratificantes. Además hay librerías interesadas en presentar la novela en Argentina, en Uruguay y hasta en Brasil. Si se reconoce que la obra narra una historia que atrapa y conforma un retazo de buena literatura, tenemos la encarnación de lo que sueña un escritor al ganar un concurso.
EL: Un inmenso secreto: ¿qué soñaba Álex mientras era contemplado con infinito amor, con insondable tristeza?
RMV: Tuve a Alex a mi lado. Está basado en un personaje real y lo que surge en la novela es su existencia. Conozco su vida, sus pensamientos y sus pesares, pero sería incapaz de predecir qué soñaba. Me parece bien no saberlo todo de los personajes. Cuando eso ocurre, el personaje es como un amigo, jamás llegaremos a conocerlo completamente.