Consonancias, 54
Juan José Olives y la Música Contemporánea
Con ocasión de las IV Jornadas de Música Contemporánea Española que se van a celebrar en Zaragoza durante la semana del 11 al 16 de noviembre, publicamos la entrevista realizada a Juan José Olives, fundador y director de la Orquesta de Cámara del Auditorio de Zaragoza-Grupo Enigma, que ofrecerá el segundo concierto de la serie el martes día 12.
-Es evidente la importancia de la OCAZ-Grupo Enigma en la vida cultural aragonesa y española en el campo de la música contemporánea. ¿Cree que es suficientemente reconocida por las instituciones culturales oficiales?
Nuestra orquesta, que es ampliamente conocida y positivamente valorada dentro y fuera de Zaragoza, ha tenido desde su inicio la ayuda matriz prácticamente exclusiva del Ayuntamiento de la ciudad a través del Auditorio. Eso, al margen de contadas subvenciones oficiales, siempre bienvenidas y necesarias, aunque escasas, y al margen también de las que nos ha otorgado en los últimos años el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música para la realización de determinadas giras nacionales e internacionales. A decir verdad, notamos la falta de un apoyo mucho más decidido, económico e institucional, de las entidades públicas y privadas aragonesas sensibles a la cultura. Ni que decir tiene que nos sería de gran ayuda y vendría a ser como la rúbrica y el reconocimiento a la trayectoria de ya 18 años de la OCAZEnigma y a una labor que ha dado sólidos resultados artísticos y musicales. Sería algo así como un préstamo a cuenta del servicio cultural que venimos ofreciendo o una inversión en valores culturales de los que ya hemos dado muestras más que evidentes. No olvidemos además, que la OCAZEnigma lleva en cada una de sus actuaciones el nombre de la capital aragonesa y es, ante cualquier auditorio, una referencia explícita a la cultura que se desarrolla en Aragón.
-¿De qué y de quiénes se siente más orgulloso a lo largo de la singladura realizada?
Me siento orgulloso de haber fundado un grupo de las características musicales, programáticas y humanas de la OCAZEnigma y de haber contribuido a su mantenimiento y desarrollo a lo largo de todos estos años. En más de una ocasión he dicho que ensayar y dirigir a nuestra orquesta es un lujo tanto por la calidad musical y técnica de sus miembros como por su disposición, entrega y seriedad. Sin estos mimbres la OCAZEnigma no sería hoy lo que es, una formación musical y humanamente avenida, dúctil, capaz de responder con flexibilidad a la más mínima indicación, poseedora de una unidad de intención musical y portadora de un sonido –primer resultado sensible de esa intención– que se ha ido fraguando ensayo tras ensayo, concierto tras concierto. Es verdad que llevamos mucho tiempo trabajando juntos y que el entendimiento y complicidad musical entre los músicos que conforman la OCAZEnigma y entre ellos y yo, susceptible siempre de profundización y mayor amplitud, es hoy, y desde hace ocho o nueve temporadas, connatural al grupo. Los músicos de la orquesta conocen mi gesto y mi forma de ensayar y entender las obras y, desde un punto de vista técnico-musical, creo conocer muy bien la respuesta de todos y cada uno de los miembros del grupo y del grupo en su conjunto. Si la orquesta ha podido enriquecerse con lo que yo haya podido aportarle, recíprocamente yo mismo, sin duda, me he ido enriqueciendo con sus aportaciones, que espero haber sabido devolverle con creces. Por lo tanto, está claro que me siento particularmente orgulloso de los músicos titulares del grupo y, en general, de la plantilla de la OCAZEnigma que desde muchas temporadas atrás ha permanecido, por lo demás, inalterada.
Sería un olvido imperdonable que no citase entre estas satisfacciones al público que, intermitente o permanentemente, nos ha sido fiel en la sala Luis Galve del Auditorio en estos 18 años. Formado a nuestro alrededor, este público, que recibe distintas y variadas propuestas en cada uno de nuestros conciertos, es a la vez un indiscutible estímulo a nuestra tarea y una constante y necesaria exigencia.
-¿Cuántos estrenos absolutos ha realizado la Orquesta a lo largo de sus XVIII Temporadas de conciertos? ¿Cuántas obras de estreno han sido encargadas por la Orquesta?
Me resultaría imposible dar ahora una cifra siquiera aproximada. Sólo en las últimas cinco temporadas hemos hecho unos diez encargos a compositores españoles, realizado veintidós estrenos absolutos y dado en primera audición en Zaragoza, y al menos la mitad también en España, en torno a veinte composiciones. La atención a compositores españoles y, en particular, aragoneses es una constante de nuestro grupo. Ahí están, por ejemplo, el CD monográfico dedicado a Angel Oliver Pina y el que recoge una parte importante de la producción para conjunto de cámara, con y sin voz, de Joaquim Homs. Pero el grupo, aparte de la música estrictamente contemporánea –y de las incursiones que ha realizado en el sinfonismo romántico y clásico–, ha abarcado también un repertorio de amplio espectro que incluye la mayor parte de las obras escritas para una formación como la nuestra, tanto de los compositores de la primera mitad del siglo XX como de aquellos que se dieron a conocer después de la Segunda Guerra Mundial. SchÁ¶nberg, Berg y Webern, el Grupo de los Seis, Hindemith, Stravinsky, Martinu, Britten, Ligeti, Berio o Henze, son sólo una muestra. No pocas de estas composiciones han sido primera audición en Zaragoza.
-Los conciertos pedagógicos y en familia muestran la capacidad de la agrupación para diversificarse y buscar nuevos públicos. ¿Considera que se valora y se aprovecha ese esfuerzo en el mundo docente?
Llevamos 17 años haciendo conciertos didácticos y, a juzgar por la afluencia de colegios y niños en cada una de las sesiones, diría que son como mínimo suficientemente valorados en el ámbito docente. En esta reciente edición, con menos sesiones debido a un recorte del presupuesto, pasaron por la Sala Mozart alrededor de 5.000 escolares. En las anteriores ediciones no eran menos de 7.500. No obstante, una valoración de mayor extensión debemos situarla, creo, no en el estamento docente sino en otros ámbitos ciudadanos y políticos. A fin de cuentas, los profesores y alumnos que asisten a los conciertos didácticos son sobre todo usufructuarios, críticos, eso sí, de nuestra labor. En este sentido, la menor o mayor valoración por terceros de unos conciertos que han demostrado su buen hacer y su importancia educativa, va necesariamente de la mano del aprovechamiento. Quiero decir que, en este caso, el aprovechamiento del producto denota el valor real e instrumental que se le concede, al margen del que en sí tiene y demuestra año tras año. A casi nadie que se le pregunte dirá que estos conciertos son de escaso o nulo valor, pero sin embargo su aprovechamiento ha sido, hasta ahora, de muy corto alcance, si exceptuamos el evidente interés del Ayuntamiento y el Auditorio para que estas sesiones al menos se celebren una vez por temporada. Habida cuenta de la experiencia que hemos ido acumulando y del formato ágil de estos conciertos, es una lástima que todo ese caudal no se aproveche más veces al año y, por supuesto, también en otros lugares de la geografía aragonesa.
La creación de nuevos públicos para nuestros conciertos y para la música en general es, no nos engañemos, muy lenta. Como en otras artes y en las humanidades, todo lo que se haya podido edificar en uno o en varios días, está amenazado de destrucción en solo un instante por el influjo contrario, demoledor y acrítico, de ciertos medios y programas, de los intereses de las multinacionales, de determinadas formas de propaganda, de la desgana y escasa formación de algunos políticos y de la pasmosa facilidad con la que, en ocasiones, se sucumbe ante propuestas espurias. La lucha es desigual. Por eso mismo, creo que los conciertos didácticos deben no sólo mantenerse sino incluso ampliarse y extenderse. No soy yo quien vaya a descubrir ahora la capacidad educativa e instructiva de la música. Su efecto sobre las conciencias es evidente y, en buenas manos, es una herramienta formativa de primer orden. No se debería desdeñar.
La clausura del Festival de Música Contemporánea de Alicante, tras 28 años de andadura, al que era asidua la OCAZ-Grupo Enigma, es un duro golpe para todos.
¿Qué comentario le sugiere esta situación?
Es verdaderamente lamentable, y motivo de frustración, que un festival de tanta solera y que tantos servicios ha prestado a la música y a la creación contemporánea haya desaparecido, como quien dice, de la noche a la mañana, a pesar de los malos presagios que desde hace un tiempo se cernían ya sobre la muestra alicantina. Es un motivo de frustración, pero también de crítica y reflexión que debería abordarse en un contexto apropiado.
Nuestra orquesta fue invitada en cuatro ocasiones y tenemos un buen recuerdo del trato de los organizadores y de la difusión nacional de los conciertos del Festival. Evidentemente es una pérdida para la música llamada contemporánea y para sus autores, que espero y deseo que pueda ser paliada en su totalidad por las propuestas que plantean los organismos oficiales encargados de proteger y difundir la cultura musical de nuestro país. En cualquier caso, el Festival de Música de Alicante tuvo, para nosotros, una significativa importancia.
-Sabemos que los últimos tiempos han sido muy difíciles en el aspecto económico para la música. ¿Cómo ve los que vienen?
Pues con una mezcla de preocupación e incertidumbre que, por supuesto, no entiendo ni quiero que se entienda, como claudicación, como un abandono de las naves. Al contrario, hay que buscar soluciones para no caer otra vez en manos de aquello que ha contribuido a hacer pasar por normal una situación hiperimpostada, una burbuja de la espectacularidad que aparentaba una riqueza cultural y musical de la que en realidad carecíamos. La dificultad económica sobrepasa, a mi entender, la mera economía, y la difícil coyuntura musical no es exclusivamente económica, ni siquiera exclusivamente musical, sino de valores, de contenidos, más espiritual que material. Hay quien dice que no estamos en una más de las crisis del capitalismo sino en una convulsión global del sistema, de las mentes y de los hábitos. La música, que no lo es todo, aunque a través de ella podamos expresar una totalidad concreta, un universo de sentido, está inserta, de ser cierta esa afirmación, en ese cambio absoluto.
En mi opinión, es el momento de corregir el camino, de cambiar el discurso, de pensar y discutir seriamente sobre lo que significa y debiera ser la cultura y, en concreto, la música. Tal vez es el momento de pararnos a recapacitar, sin sujeción a modas y actuaciones tan pomposas y artificiales como efímeras, dónde estamos y qué somos musicalmente, de dónde venimos, hacia dónde queremos ir, de qué carecemos y cómo construir, con mesura y con la vista puesta al menos en el medio plazo, lo que realmente necesitamos. Quizás no deberíamos escatimar recursos y empeños en ir a lo esencial, a lo que con sólidos cimientos pueda permanecer, sin alharacas ni gestos altisonantes, sabiendo separar lo superfluo de lo verdaderamente importante. Aprender a sentir la emoción de lo sencillo, de lo bien hecho, de lo que valore la relación entre los proyectos, las capacidades y los resultados, sin falsas promesas, sin engaños. En la música, la deslumbrante brillantez de manifestaciones y eventos musicales, el gusto no pocas veces caprichoso por la inmediatez de los resultados, que en ocasiones seduce también a la enseñanza de la música, por una parte han ocultado, por no decir despreciado, el valor evidente de lo más próximo y, por otra, han ahogado el desarrollo potencial de ese valor.
Evidentemente, sin el dinero y sin los recursos materiales no se iniciarían ni subsistirían las ideas, las programaciones y los proyectos musicales, pero estos deben ser planteados racionalmente y en función de políticas culturales de largo alcance que estén por encima de intereses políticos y, en lo posible, de inclinaciones personales. La situación no va a ser fácil, pero con inteligencia y buen aprovechamiento de los recursos podremos salir del atolladero.
-¿Vamos a tener en el Auditorio de Zaragoza la XIX Temporada de la OCAZ-Grupo Enigma?
Ese es mi deseo y el de todo el grupo, y creo que puedo decir que contamos con el apoyo de los responsables políticos de cultura del Ayuntamiento. La columna vertebral del grupo es nuestra temporada de conciertos de octubre a mayo. Sin ese fundamento la OCAZEnigma no sería lo que es hoy. En ese punto se basa mi insistencia porque sólo a partir de él podremos seguir realizando nuestro proyecto. Este año comenzaremos nuestras actuaciones en Zaragoza el 12 de noviembre, coincidiendo con la celebración de las IV Jornadas de Música Contemporánea Española en el Auditorio.