Carlos nace en Pamplona el 20 de Septiembre de 1972. En 1990 comienza la carrera de Derecho en la Universidad de Zaragoza, licenciándose en 1995.
Al terminar la carrera, amplia sus estudios en la Universidad de California en Los Angeles (UCLA) y en la Georgetown University. Comienza su carrera profesional en La Vajilla Enériz.
En 1999 se gradúa como MBA en el IESE-Universidad de Navarra. Después de varios años en distintos puestos directivos comerciales en empresas líderes del sector de la distribución inicia su actividad como coach y formador de directivos en temas actitudinales para empresas tanto nacionales como multinacionales. Desde entonces, miles de directivos de todo el mundo han asistido a sus impactantes cursos y conferencias. Además ha colaborado como profesor en instituciones universitarias de prestigio como la Universidad de Navarra, el IESE, Foro Europeo, CEU Abat Oliba…
Es autor además del libro “Del Ataúd a la Cometa”.
Carlos está casado con Alicia y es padre de cinco hijos: Alvaro, Leyre, Marta, Almudena y Mariola.
-Carlos he tenido la oportunidad de asistir recientemente a uno de tus interesantes conferencias, en el Instituto San Telmo, en Málaga. Me pregunto si esta habilidad tuya para la comunicación se adquiere, se nace con ella, ¿O ambas son compatibles y hay que trabajarla y pulirla constantemente?.
Desde siempre me ha gustado el micrófono. No lo puedo negar. En el colegio, en la facultad… Después de unos años como directivo de empresas multinacionales decidí empezar a compatibilizar el trabajo ejecutivo con la formación en algunas Escuelas de Negocios y Universidades. El gusanillo me enganchó del todo hasta decidir dedicar toda mi vida profesional a la formación. Una vez dentro de este mundo, si te gusta mucho lo que haces no es difícil destacar. Hay que esforzarse pero como en todo. La figura del speaker es relativamente reciente, porque tienes que ser capaz de condensar con gran brillantez, e impacto en muy poco tiempo un mensaje o unos mensajes que quieras que tu audiencia se lleve. Pero no es más que –una vez más- trabajarlo bien.
Es un poco como Nadal. Nadal es un tenista que nace con unas condiciones especiales para el tenis. El tiene que entrenar 9 horas diarias para estar donde está. Cualquiera de nosotros para acercarnos algo a él deberíamos entrenar 20. No seríamos Nadal, pero seguro que uno de los mejores del mundo. Por eso en esto hay algo de “innato”, pero hay mucho de trabajo individual, diario y constante. Hay que ser capaz de crearse un estilo innovador, impactante, directo, fresco y sobre todo distinto. Aunque parezca que hay muchas cosas que están al hilo de la improvisación hay muchísimas horas de estudio, de prueba y error… por detrás.
Todo es cuestión de que te guste mucho lo que haces. Si te encanta y te apasiona lo que haces eres capaz de conseguir superar el miedo al público, generar empatía, gestionar la psicología de la audiencia, modificar tu discurso sobre la marcha si es necesario…
-Nuestra sociedad tecnificada nos impone un ritmo de vida muchas veces alocado y vertiginoso ¿Cómo podríamos, si no escaparnos, al menos mitigar en nuestras vidas sus efectos?
Siempre nos dijeron –desde Miguel Ríos- que la tecnología nos ayudaría a vivir mejor. Y así debe ser, pero quizá no hemos sabido utilizarla bien. Es una cuestión de prioridades. ¿Qué tipo de avisos te suenan en tu agenda electrónica?. Son todos de cosas profesionales o también te recuerda un aniversario con tu pareja, o un cumpleaños de un familiar, o una reunión con amigos… En la vida debemos atender a cuatro variables fundamentales, a cuatro cosas que nos importan: la familia, el trabajo, la salud y los amigos. Este debe ser nuestro Cuadro de Mando Integral. No debemos perder el rumbo de estas cuatro cosas. La vida es el equilibrio de todas ellas. Y en ese equilibrio hallamos sin duda la felicidad. Si en nuestra vida sólo hay familia, nuestro trabajo se irá a pique. Si en nuestra vida sólo hay trabajo, perderemos nuestra familia. Si sólo nos dedicamos al gimnasio y a cuidar el cuerpo, perderemos nuestra familia y nuestro trabajo…
Evidentemente los dos más importantes son la familia y el trabajo. Por eso debemos centrar el poco tiempo que tenemos disponible en atender Tendríamos que revisar nuestra agenda… ¿A qué hora llegamos a casa?, ¿disfrutamos con nuestros hijos?, ¿les educamos nosotros o les educa el colegio?, ¿disfrutamos con nuestra pareja?, ¿seguimos echándole miel a la luna después de la luna de miel?, ¿nos acordamos de los cumpleaños de la familia?, ¿de los aniversarios?, ¿los celebramos?, ¿leemos media hora cada día sobre lo que hacemos?, ¿tratamos de ser excelentes en nuestro trabajo?, ¿sabemos motivarnos nosotros mismos?, ¿nos damos premios y recompensas por las cosas que nos salen bien?, ¿y por las que nos salen mal?, ¿cuidamos nuestra salud?, ¿nos hacemos un chequeo médico cada año?, ¿nos acordamos de los amigos?, ¿de sus cumpleaños?, ¿de sus santos?, ¿cultivamos su amistad?…
Es muy difícil que una persona tenga un buen desempeño profesional, si ésta no posee un elevado nivel de automotivación y satisfacción personal. Es decir si no vive en ese equilibrio que acabamos de comentar. La calidad en el desempeño profesional, depende esencialmente de la calidad personal que aporta la persona, ya que no puede esperarse un comportamiento positivo, proactivo y eficiente de quien es incapaz de tenerlo en sus propias decisiones personales e íntimas.
En definitiva, es cuestión de prioridades. Habrá momentos en los que el trabajo nos desbordará y dejaremos algo abandonada la familia, pero no podemos olvidar que es algo importante que tenemos ahí al lado. También habrá momentos al revés, en los que la familia nos requerirá más tiempo. Y ocurrirá lo mismo, es necesario no perder el horizonte de los cuatro pilares fundamentales de la vida.
-Por la experiencia acumulada que llevas durante estos años ¿dirías que las personas creyentes o religiosas, son más felices en el mundo que nos toca vivir que las agnósticas o ateas? ¿O es indiferente por el contrario y depende más de nuestro proyecto de vida particular?
Esta es una buena pregunta y cada vez me la hacen más. Creo que la sociedad necesita de algo de religiosidad. No entraremos mucho en detalles, pero fíjate la mayor parte de los libros más vendidos en España (en novela) tienen que ver con cosas religiosas: La Catedral de no se qué, La Mesa de no se donde, Los Caballeros… Somos cuerpo y espíritu y eso no lo podemos negar. Para contestar con concreción tu pregunta te diré que cuando observas las investigaciones (especialmente las de la U. de Pennsylvania) , la gente religiosa generalmente es más feliz que la no religiosa. La religión da un significado a nuestra vida: sé por qué me levanto cuando despierto en las mañanas, sé lo que estoy haciendo cuando voy a la Iglesia los domingos, afronto mejor “los palos de la vida”. Sabemos que la gente que expresa gratitud es más feliz que la que no lo hace, y en la religión hay un mecanismo interno, que te conduce a la gratitud. Siempre y cuando esa religión esté bien vivida, claro.
Como consultor de empresas en diferentes campos, y en relación ahora con la crisis económica / financiera en la cual estamos inmersos, ¿existen recetas o medidas concretas que se debieran acometer? ¿Hasta qué punto los ciclos económicos, perfectamente estudiados, pueden justificar la situación mundial en este sentido?
Que creo que hay llegado la hora de dejar de hablar de ella y ponerse a trabajar de verdad. Confío muy poco en los gobernantes (gobierno y oposición por igual) y esta crisis la vamos a salvar los ciudadanos de a pie con nuestro trabajo. Pero creo que ya es hora de que nos dejen centrarnos en nuestro trabajo para salir de ella y dejen de lanzarse los trastos a la cabeza por el tema. Cada uno debe buscar su ámbito de influencia. Como decía Kennedy no te preguntes qué puede hacer este país por ti y pregúntate qué puedes hacer tú por este país.
En cualquier caso creo que si este país quiere salir fortalecido de la crisis es necesario un gran pacto por la Educación. Está claro que nuestro futuro empresarial no va a ser la fabricación sino el diseño, y la innovación… Y para eso hace falta jóvenes preparados. Da miedo asomarse cada día a los periódicos que comentan estudios sobre el nivel de educación en este país. El último informe de la OCDE es demoledor, aunque la realidad en el informe está algo maquillada ¡en positivo!… así que… Hay que ponerse las pilas. O ponemos las bases para el futuro o lo tenemos claro.
-Recuerdo en la anterior conferencia a la cual tuve la oportunidad de asistir, que exponías que nuestros primeros años de infancia son determinantes para definirnos en el futuro como persona y a nivel profesional ¿crees en este sentido que las personas realmente podemos cambiar o por el contrario, básicamente permanecemos siendo los mismos?
Un niño de cuatro años ha recibido ya mucha educación y puede haber aprendido a ser obediente o desobediente, ordenado o desordenado… No quiero caer en oscuros y trasnochados determinismos, pero lo que si es cierto es que las actitudes que desde edades más tempranas se inculcan en los niños, (desde el gusto por la música, a la sinceridad, la generosidad, o el esfuerzo) suelen florecer más adelante, en la adolescencia y en la vida adulta, dando lugar a un amplio abanico de capacidades emocionales.
Por ejemplo, ahora que tanto se habla de la disciplina y del esfuerzo… Esa capacidad de resistir los impulsos, demorando o eludiendo una gratificación, para alcanzar así otras metas –ya sea conseguir un regalo, aprobar un examen, levantar una empresa o mantener unos principios éticos–, constituye una parte esencial del gobierno de uno mismo. Y todo lo que en cualquier tarea de educación pueda hacerse por estimular esa capacidad será siempre de una gran trascendencia.
Digamos que el que nace lechón muere cochino, pero la diferencia entre morir jamón país o pata negra es muy muy grande.
-El cerebro humano, esa herramienta no totalmente conocida por la ciencia actual.¿ Podemos “programarlo” (introduciendo un software “positivo”) para ser felices en un sentido amplio de la palabra?
Igual que se dice que somos lo que comemos, efectivamente somos lo que pensamos. Ya lo decía la Biblia: de lo que habla la boca está lleno el corazón. El cerebro es un gran desconocido pero está claro que reacciona en función de los estímulos que le proponemos. Vayamos a lo sencillo. Si tú te encuentras algo decaído pero unos amigos te convencen para ir a un concierto animado, a los diez minutos de concierto, estás “botando” al ritmo de la música con ellos y has olvidado parte de tu decaimiento. Por eso es muy importante lo que le damos de comer.
Si le damos cosas positivas, nuestro cerebro se volverá positivo. Si son negativas, entraremos en un círculo vicioso que nos hundirá más y más y más. No es necesario introducir un software muy complicado. Basta por ejemplo con leer cosas interesantes, que nos aporten y que nos hagan mejores personas por dentro. Hoy en día se publican más libros que nunca, pero también es cierto que se leen menos que nunca. Se publican muchas cosas buenas, y también muchas cosas malas, pero seguro que hay 100, 150 obras que deberían ser de lectura obligatoria para “alimentar nuestro cerebro”. Y lo mismo que hablamos de libros, podemos hablar de música, de amistades, de pintura, de paisajes.
Los clásicos hablaban de lo bello, lo bueno y lo verdadero. Deberíamos poner estos tres criterios en el pórtico de entrada a nuestra mente. Y pedir el certificado de estas cosas a todo lo que metemos dentro.
-¿Qué asignatura común pondrías en los planes de estudio de las titulaciones universitarias actuales, independientemente de la parcela de conocimiento de las mismas? ¿Nos falta, además de la vorágine de conocimientos técnicos y específicos de cada estudio universitario que adquirimos, alguna materia “troncal” que nos haga ser mejores profesionales y personas?
Los últimos tres años en la Universidad de Harvard la asignatura más elegida (más de 1000 alumnos por curso) ha sido una que llaman “Selfmanagement”, es decir, la “Dirección de uno mismo”. Nos enseñan muchas fórmulas, muchos ratios, muchos teoremas y muchas guerras, pero nos enseñan poco a saber gestionar a nosotros mismos. Es posible que necesitemos un poco menos de aprendizaje en materias cuantitativas y, en cambio, algo más en capacidad de juicio y en conocimiento de nosotros mismos, así como en una comprensión más profunda de la naturaleza humana. Prestamos demasiada poca atención a nuestra vida interior.
Nuestros líderes deberían aprender más sobre ellos mismos. En otras palabras, antes de dirigir a otras personas, cada uno debería mirar dentro de sí y reflexionar sobre cómo es capaz de dirigirse a sí mismo. El problema que ocurre hoy es que alguno puede que no le guste lo que ve. Por eso creo que “enseñar a tener una buena imagen interior” es algo fundamental para mejorar como personas y como profesionales, claro.
-Carlos ha sido un verdadero placer como siempre, poder contrastar tus opiniones.
Espero poder vernos pronto de nuevo en uno de tus Seminarios.
Muchas gracias a tí Javier.