A diez kilómetros y medio de Quesada, contaminada con los mismos olivares magníficos y repartida en dos enclaves, plano el uno, montañoso el otro, se encuentra la localidad de Peal de Becerro, en cuyo topónimo cabe rastrear, según la interpretación más extendida, la forma del terreno en la que están ubicadas sus edificaciones «•la de un pellejo de becerro extendido»•, o bien la un antiguo tipo de calzado propio de la zona, denominado peal, que consistía en un paño o trozo de cuero con que el viandante, en ausencia de mejor zapato, se cubría el pie.
Dentro del término municipal del pueblo se produce y embotella, en hermosos recipientes de cristal negro con capacidad para 500 o 750 ml, el aceite ESENCIAL ROYAL, una pequeña alhaja de calidad certificada virgen extra, resultado de una cuidadosísima selección de bayas de la variedad homónima y de paladar y nariz sólo parangonables, por sus evocaciones de fruta en arrope, a la koroneiki griega. En rama, sin filtrar, de color verde con tonalidades auríferas, liviano en amargor y manso en picor, no existe un aceite mejor para freírse un huevo o rociar unos tomates. No es de extrañar que la asociación Slow Food quiera meterlo, por lo extraordinario de sus cualidades y lo parvo de su producción, en ese censo de alimentos protegidos que ha dado en llamar Arca del gusto.
Hagan méritos para que alguien se lo regale. Si no, cómprenselo ustedes y, abastecidos de una buena hogaza de pan y unos granos de sal, dense un homenaje.
Miguel Duro Moreno, de la Academia gastronómica de Málaga.