El pasado jueves veintiuno de mayo de 2009 acudíamos a la rueda de prensa en la Casa de Asturias de Madrid, presentada por la propia Espido Freire mediante una fresquísima entrevista mantenida con el también escritor Fernando Marías.
A lo largo de treinta minutos Espido desgranó claves del libro y anécdotas personales con un gran humor, con su parte de espuma como la s
idra asturiana. Con un nuevo y sorprendente look: pelo muy corto, teñido de rubio muy claro, raíces negras, labios muy rojos, ojos muy expresivos y oscuros, vestido muy veraniego de finos tirantes, en tonos mayormente azules, amplio collar nacarado de piezas grandes y trapezoidales, dedos pequeños y uñas granates, anillo de piedra negra y lisa engarzado en una especie de garra de plata, sonrisa rotunda, la autora confesó que, después de veinte años escribiendo y once publicando, espera haber alcanzado un atisbo de madurez con esta obra. Declaró que siempre fue consciente de que los años de formación son largos y que la literatura exige una formación constante, y es ahora cuando empieza a ver con claridad los caminos y las apuestas.
Recordó a los presentes que este es su segundo libro de viajes, pero mucho más íntimo que el primero, pues recoge circunstancias de su infancia y lugares por donde pasó muchas veces desde el País Vasco hasta Galicia, parte importante de este viaje, de este Camino de Santiago que se cuenta. De hecho el hacer ese Camino sola, puesto que no conseguía que sus amigos pudiesen organizarse para viajar juntos, ha sido otra de las pruebas de madurez.
Se mostró partidaria de apostar por la cultura en momentos de crisis como éste, cuidar del Camino, no dejar que se “caiga”, que no se pierdan las marcas, que no se deterioren los albergues… En tiempos en que lo práctico es tan grosero y la presencia del materialismo es tan obvia, es cuando hay más necesidad de espiritualidad. Y eso, añadió, es responsabilidad de los escritores, de los editores…
Las fotos de portada y contraportada son la autora, retratada por ella misma. En la primera la silueta, la sombra de Espido, se proyecta sobre el suelo de León, una de las etapas más áridas del camino, según la propia autora. En la segunda, durante la primera jornada, bajo la lluvia, con toda la ilusión de estar allí, uno de los momentos más hermosos del viaje.
Le preguntamos hacia dónde mira en esa fotografía que da imagen al libro, y nos responde que, al estar retratándose con la cámara se está mirando a sí misma… pero añade también que, poetizando su respuesta, podría decir que al estar observando su sombra, una proyección de su persona, está mirando su libro. Este libro.
Espido Freire nos descubre o nos recuerda que la fijación en el destino nos aparta de la belleza que hay a nuestro paso, en el camino; y para ello utiliza pedacitos de su infancia e historias, leyendas y literaturas del Camino, con el mismo deseo de trascender que han tenido todos sus libros, con la excepción de Mileuristas y Mileuristas II.