Cultura

Estudio sobre detección precoz del autismo

Salamanca y Zamora participan en un estudio de detección precoz del autismo que pretende identificar posibles casos en niños de pocos meses a la vez que se perfeccionan las herramientas de diagnóstico. Especialistas de la Universidad de Salamanca, en colaboración con pediatras de las dos provincias, analizan los datos con el objetivo de comprobar la relación que existe entre las alteraciones comunicativas y la aparición del Trastorno del Espectro Autista (TEA). Una de sus líneas de trabajo es automatizar el diagnóstico mediante un soporte informático en el que introducir un cuestionario que responden los padres.

La investigación corre a cargo de Ricardo Canal Bedia, profesor del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológicos de la Universidad de Salamanca y miembro del Instituto Universitario de Integración en la Comunidad (Inico), aunque en ella han colaborado ya la mayor parte de los pediatras de las provincias de Salamanca y Zamora. «Cuanto más pequeños sean los niños a los que se le detecta el autismo, mejor», señala el experto en declaraciones a DiCYT, ya que el autismo es un trastorno relacionado con el desarrollo que se traduce sobre todo en problemas de comunicación social y respuestas emocionales.

Con el apoyo financiero de la Junta de Castilla y Léon, el equipo de Ricardo Canal se puso a trabajar sobre esta idea ya en 2005 para ver si era viable realizar un programa de este estilo en colaboración con la Consejería de Sanidad y con los pediatras y comprobar si resultaba útil para encontrar niños con este problema. El primer paso fue adaptar a España una herramienta de detección desarrollada en países anglosajones que consiste en un cuestionario para los padres.

Para ello, la idea es aprovechar las revisiones periódicas que todo niño sano tiene que hacer en la consulta de Pediatría desde los primeros días de vida, pasando por la vacuna triple vírica de los 18 meses o la revisión general de los 24 meses. Las preguntas del cuestionario se centran en las habilidades comunicativas y las relaciones sociales que muestra el niño. «Los padres las contestan y los pediatras nos las hacen llegar, nosotros las revisamos y, cuando hay algún caso sospechoso, nos ponemos en contacto con la familia para realizar una evaluación más profunda», indica el especialista.

Los resultados que han obtenido en los últimos años indican una prevalencia inferior a la que se registra en otros países que llevan a cabo estudios similares, en los que llega a darse un caso por cada 150 niños. En esta investigación, se registra un caso entre 700. Sin embargo, esta disparidad tiene que ver sobre todo con los rigurosos criterios de diagnóstico que se utilizan, según Ricardo Canal. «Inicialmente, damos un diagnóstico de sospecha y después vemos cómo evoluciona al menos cada seis meses hasta los tres años y medio», apunta.

Así, el equipo de investigación ha podido constatar un alto número de «falsos positivos» iniciales que posteriormente quedan descartados como casos de autismo. «Un 10% de los cuestionarios son inicialmente sospechosos, esto genera cierta alarma entre los padres y supone para nosotros un trabajo adicional», reconoce Ricardo Canal, de manera que uno de sus objetivos es perfeccionar la técnica.

Apuntar con el dedo

«Una de las preguntas clave del cuestionario es si el niño tiene tendencia a señalar las cosas con el dedo, ya que nueve de cada 10 niños con autismo no lo hacen», pone como ejemplo. Pues bien, en ciertos casos los padres dicen que no pensando en que se trata de un gesto negativo o son ellos mismos los que tienden a impedirles hacerlo por el mismo motivo, lo cual genera confusión en el cuestionario.

Por este tipo de cosas, la tendencia del cribado es a ir seleccionando de antemano aquellos niños que por sus características evolutivas o por casos familiares anteriores sean susceptibles de padecer el problema en lugar de realizar estas pruebas con todos de manera indiscriminada.

Informatizar la herramienta

Asimismo, otra línea de investigación importante es conseguir una herramienta informática que permita automatizar la detección de casos. Es decir, los expertos pretenden diseñar un programa informático para que el propio pediatra sea el encargado de introducir los datos de las respuestas de los padres y, de forma automática, obtenga un resultado, de manera que si, es sospechoso, seguirá adelante con las pruebas y si no, se descartará como posible caso de autismo.

Esto contribuirá a agilizar todo el proceso, que no siempre se realiza de forma sistemática con la misma regularidad. En la mayoría de las consultas, la realización de las pruebas, a pesar de que son rápidas y sencillas, depende de la presión asistencial que haya en cada momento.

Fuente: DiCYT

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.