El fascismo renace en la Unión Europea
- Las reacciones negativas que se suceden en Europa ante la llegada de refugiados, se prodigan precisamente entre los paÃses más ricos, que comienzan a llenar sus urnas de papeletas fascistas en su contra,como acabamos de ver en Alemania.
- Ya tuvimos un precedente en Francia, con el auge inusitado de la extrema derecha xenófoba. Y a medida que llegan más y más refugiados, este residuo histórico de alcantarilla ideológica tiende a crecer alimentado por conciencias deshumanizadas, medrosas y egoÃstas de ciudadanos que se sienten en peligro.
En la Europa rica, el ciudadano medio teme perder trabajo, bienestar y seguridad  por las polÃticas de recortes, despidos, pérdida de derechos y libertades con la excusa del terrorismo,   y ante  la falta de perspectivas de mejora.
Este  miedo se acrecienta ante la llegada de supuestos competidores  por el trabajo y el temor a  perder su identidad como europeos y católicos ante los que huyen de la guerra y piden asilo.
Estos miedos diversos  favorecen el auge del fascismo, y no solo en Alemania,  sino también en Dinamarca, Holanda, Suecia, Austria, Suiza…
La Europa rica tiembla ante  pobres y de otra religión que asedian sus fronteras en busca de una vida digna a la que tienen tanto derecho como cualquier europeo, pero  se les recibe con guardias, perros, concertinas banderas con svásticas y  pactos vergonzantes con el gobierno turco para que no les deje pasar.
¿Cómo se ha llegado tan lejos en esta Europa ? Pues ¿no eran los vecinos del norte lo más avanzados en todo? ¿No han venido recibiendo las mejores polÃticas sociales, laborales, educativas y muchos otros privilegios? Entonces debe ser que algo se nos escapa.
En mi opinión  no sea trata de un asunto polÃtico ni tan siquiera económico, por más que lo parezca. No es un asunto de democracia contra fascismo.
Es mucho más que eso, y es lo  que está entorpeciendo la unidad de los pueblos del viejo continente;  una unidad postiza que carece de apoyo y credibilidad, para lo cual basta con ver que – por ejemplo- en las elecciones al Parlamento europeo el Ãndice de participación fue  tan solo el  43 %. No es, por tanto, una Europa a medida de las mayorÃas, sino a medida de los que  se aprovechan de su indiferencia polÃtica.
Se echa en falta esa Regla de Oro básica que dice: “Trata a los demás como tú mismo quieres ser tratado y no hagas a nadie lo que no quieras que te hagan a ti mismoâ€â€¦ ¿No serÃa más fácil acoger a los refugiados desde una conciencia europea unitaria liberada de los lastres con que se mueve?  ¿Acaso podrÃan prosperar el fascismo o la xenofobia desde una conciencia a favor  de cualquier otro ser, y especialmente a favor de un semejante?
Que las religiones no sirven para crear una conciencia espiritual solidaria es más que notorio a la vista de los resultados. En nuestro continente, los  representantes de las religiones,  tanto católicos como musulmanes y  que dicen estar ahà en nombre de Dios, llevan una máscara que esconde su desprecio a las leyes divinas en beneficio propio. Tampoco las democracias de segunda o tercera clase que padecemos fomentan la solidaridad, pues los que gobiernan en nombre de la democracia llevan otra máscara despreciativa de lo que dicen representar para  esconder sus corrupciones, los recortes en derechos y libertades, y las leyes opuestas al bien general, sÃ, pero muy apropiadas para el particular.
En  este baile de máscaras religiosas y polÃticas con su cortejo de despropósitos, injusticias, falta de valores espirituales, sociales y éticos, anda la Europa actual. Y  desde esta mascarada, nuestros supuestos representantes entregan nuestros intereses y libertades a los intereses y libertades  de las grandes multinacionales con un Tratado de Libre Comercio elaborado a nuestras espaldas que va a significar un antes y un después en derechos, bienestar, alimentación, salud, y muchas cosas más que ya entraron en vigor el pasado 4 de Febrero. Y son estos gobiernos, que se dicen cristianos y defensores de los derechos humanos  los mismos que levantan concertinas contra los refugiados  y alientan  indirectamente el fascismo con este proceder miserable a la vez que sirven a su patrón del otro lado del Atlántico.
El respeto a la Regla de Oro supondrÃa  un  verdadero camino espiritual que uniera a los pueblos de pa Tierra  por la   libertad, la igualdad, la fraternidad, la justicia y la  unidad.  O sea: lo contrario de lo que tenemos tanto en religión como en polÃtica, y  que harÃa temblar, de paso, no solo el fascismo clásico xenófobo sino su última versión histórica: el  neoliberalismo.