Pavo al horno, puré de manzana y chocolate caliente integraban la cena que siempre representó mi segunda parte favorita de las fiestas de fin de año.
La primera parte era la furtiva visita del niño Jesús a los dormitorios de los niños, ya bien entrada la noche.
El niño Jesús de nuestra imaginación venÃa con el consabido regalo que previamente le habÃamos dejado saber por correo.
Confieso haber pasado alguna noche dormido en algún puesto de vigilancia, camuflado tras una manta, con la intención de ver pasar raudo al obsequiante en la oscuridad del cuarto.
No conseguà verlo, pero en mi decepción, algo cómplice, empezó a decantar en el subconsciente la tradición de esperar a que el mundo estuviera profundamente dormido para dejar los regalos que se abrirÃan con regocijo al dÃa siguiente.
Buenos tiempos. Buenas Fiestas. ¡Felices Natividades a todos!