Estoy en Podgorica, capital de Montenegro, asistiendo a una de las reuniones periódicas de la “Década para la Inclusión de los Gitanos. 2005-2015” y me acaba de llegar la terrible noticia: Félix Grande, mi amigo entrañable y excepcional ser humano, ha muerto, víctima de una terrible enfermedad a los 76 años.
La última vez que estuvimos juntos fue hace dos meses, en la sede de la Academia del Flamenco que preside Luis Adame que, como Félix Grande, es otro gran amigo comprometido con todo aquello que dentro de nuestro arte Flamenco supone la reivindicación constante de los valores que impregna esta insuperable manifestación del arte.
Dicto estas líneas precipitadas desde la sufrida tierra de los Balcanes para dejar constancia del dolor que representa para el mundo flamenco y para los gitanos en particular la pérdida de esta gran persona que pasará a la historia, sin ningún género de dudas, por sus trabajos, por su compromiso personal por la justicia, por sus libros, por sus premios, por la calidad de su poesía, por su extraordinaria sencillez personal… pero sobre todo Félix Grande ocupará un lugar insustituible en el corazón de todos los flamencos, de todos los gitanos, por su monumental obra magistralmente interpretada por Juan Peña “El Lebrijano”, Persecución, long play editado hace más de 20 años y que sigue teniendo hoy una trágica actualidad.
Quiero unir mi dolor al de todos los flamencos del mundo diciendo en la lengua gitana universal que hablan estos gitanos junto a los que me encuentro que “Te avel lohki leski phuv! Sasa baro Manush” (Que descanse en paz junto a todos los grandes hombres.)