Cualquier manifestación pública que ayude a la promoción y difusión de los vinos de nuestra tierra es siempre bien venida y necesaria pues el cultivo de la vid es una actividad económica de gran tradición. Esta sexta edición de la Feria de los Vinos Aragoneses demuestra una cuidada planificación y organización que es capaz de añadir, año tras año, visitantes que se acercan hasta este barrio zaragozano a degustar los vinos que las bodegas aragonesas ofrecen a la vez que probar suculentas tapas que varios restaurantes locales elaboran a unos precios de «crisis».
De la D.O. Campo de Borja, pude paladear el vino «Fagus 2000 de la bodega Coto de Hayas. Un garnacha equilibrado, redondo y amable. De la misma denominación, volví a probar el Merlot de Valdetalón, una pequeña bodega de 17 Ha. que cuida de sus dos propuestas, el Cabernet y el Merlot, con un mimo que consigue un cultivo prácticamente ecológico. Destaca un color a cereza y arándanos; un aroma potente y matices de frutos del bosque. Algo afrutado, su sabor es carnoso con un ligero toque de «terruño», como dice el propio bodegero. Un buen vino. De la D.O. Somontano, de la bodega Laus caté un buen tinto crianza, de dos varietales, con la calidad a que nos tiene acostumbrados esta bodega, sabroso y equilibrado. De la D.O. Cariñena, la bodega Ayles tiene la categoría de Vino de Pago, merced a la zona donde se encuentran los viñedos y que posee, en el entorno de Mezalocha, junto al Huerva, unas características especiales medioambientales que le confieren esa categoría de Pago. El Ayles garchacha es un tinto joven ganador del Baco de Oro al mejor vino joven de España. Jugoso y aterciopelado de gran personalidad. De la Asociacion de Vinos de la Tierra, la sorpresa acudió de un vino de Maella, en el Bajo Aragón. que tras probarlo se me dijo que había obtenido dos sendos premios internacionales al vino joven en sus añadas del 2008 y 2010 y que no era otro que el Magalia, un espléndio varietal de seis tipos de uvas.
En el capítulo de restauración hago hincapié especial en el restaurante Lafajarda, en La Puebla de Alfindén, que desplazó a su equipo de cocina con una imaginativa y variada propuesta de tapas, montaditos y cazuelitas. A la calidad se unía el precio y por un euro se podía comer «lingotes de setas de otoño», una deliciosa y gigantesca croqueta plana o unos montaditos de morcilla con pimientos o el de crema de queso azul, espectacular. Las cazuelitas de garbanzos con marisco todavía me hacen guardar el sabor del fumet de pescados en mis papilas. Su propietaria y amiga, Azucena Fajardo, acompañada de su chef Edi y del equipo de profesionales que atiende su restaurante, agotaron, en las tres jornadas, las provisiones y acabaron preparando unas deliciosas chips de patata ante la incesante demanda. Hosteleros como estos demuestran que se puede ofrecer una cocina imaginativa sin excederse ni un euro en su precio, lo que el público reconoce. El Mesón el Trillo, se especializó en las raciones de jamón,embutidos y anchoas, con buenos productos que Fani y su compañera se encargaron de pregonar. La Cooperativa Pastores, que ha popularizado la carne de ternasco de D.O. Aragón, ofrecía una gigantesca fidehuá y bocadillos de ternasco.
La organización, bien planificada, disponía de un stand en el que los conductores que no habían aprovechado el servicio de autobuses especial cada 15 minutos, pudieran hacerse el test de alcoholemía, por si acaso. No fue nuestro caso, que con la dosis justa de comida y bebida, entendimos que no lo necesitábamos.
En definitiva, una muestra de la riqueza de variedades de nuestros vinos que hizo las delicias de todos lo que pudimos asistir. Enhorabuena
fotos E. Mateo