Fascinante y enigmático, Julio Verne, pareció no pertenecer a la época en que le tocó vivir, por ese mismo motivo en más de una ocasión mencionó que se sentía el más desconocido de los hombres…
El escultor Albert Dominique Roze, su íntimo amigo, dejó constancia en su tumba, a través de sus símbolos, el talento evolutivo de sus pensamientos.
¿Fue un Iniciado, y quizás ese fue el secreto que lo adelantó a su época?
Á‰l, con su habitual modestia, siempre lo negó y nunca se demostró que así fuera. Afirmaba que las historias que escribía reposaban en bases científicas. De hecho, muchas de sus novelas fueron esmeradamente documentadas.
Considerado uno de los padres de la ciencia-ficción, avanzadilla aislada de toda una generación de pensadores y escritores, asentó las bases de una innovadora corriente literaria: La Ficción- Científica.
Pero ¿veamos cómo casan en la mente estás dos palabras?
La ciencia basa su método es dos pilares fundamentales. Uno de ellos es la reproducibilidad y el otro la falsabilidad.
Y por ficción entendemos una simulación de la realidad que se traslada a las obras literarias y a la cinematografía.
La ciencia- ficción es un género de narraciones imaginarias que”supuestamente” no pueden suceder en el mundo real, pero ¿por qué Jules Gabriel Verne, adivinó con gran exactitud en sus novelas fantásticas la aparición de algunos avances tecnológicos, con más de un siglo de antelación?
¿Está el futuro escrito , o cómo dijo un pensador… “Todo lo que se puede imaginar en la mente ya está creado” ?
El futuro es un tema preocupante tratado en la literatura desde hace mucho tiempo por algunos autores y visionarios.
El filosofo italiano Gioveni Domenico Campanella (Tomás Campanella), en su novela”La imaginaria ciudad del sol” una de sus más destacadas obras, escrita en el año 1602 pero publicada veintiún años después, en 1623, presenta su concepción de una ciudad utópica, ideal.
En su sociedad futura mediante un dialogo entre un monje y un marinero genovés, el marino narra cómo se ve obligado a tocar tierra en la Isla de Taprobana, donde los nativos lo llevan a la Ciudad del Sol, que está rodeada por siete murallas, dedicadas cada una a un astro. En la punta de un monte se encuentra el templo dedicado al Sol.
En su sociedad ideal, el poder está en manos de hombres sabios y sacerdotes.
No tan ideal es la sociedad que describe el autor de un Mundo Feliz. Ni las sociedades donde los autores centran la historia en el ámbito nuclear, las guerras bacteriológicas o el Apocalipsis que se ha cargado el Planeta Tierra.
Al pensar en el futuro, no sólo se va a pensar en cómo sería la civilización un planeta asolado, sin recursos, donde los pocos supervivientes se comportan como salvajes e impera la ley de más fuerte.
La imaginación también vuela a la velocidad de la luz en fantásticas narraciones futuristas, donde los objetos voladores no identificados están al alcance de la mano y perfectamente identificados.
Donde civilizaciones con una tecnología impensable y con un alto nivel evolutivo tienen la capacidad de actuar como Dios.
En su insistente conquista del futuro, los hombres investigan infatigablemente desconocidos caminos para conquistar el espacio interestelar.
Hay algunos científicos vanguardistas, entre ellos se encuentra el ruso Konstantin Feoktistov, cosmonauta y doctor en Ciencias Técnicas, que están empezando a pensar si realmente son necesarias las naves espaciales para explorar el espacio sideral.
Están planteándose y estudiando la probabilidad de que el viaje de un ser humano hacía otras galaxias pueda hacerse ¡¡¡En forma de paquete de información: esta idea se basa en la posibilidad de transmitir grabado el software de una persona, de tal manera que sea recibido después en el espacio; por una estación de recepción y emplazado en un organismo donde poder existir!!!.
Tal vez parezca un argumento extraído de una novela de literatura de ficción-científica, pero por increíble e ilógica que esta idea parezca, teóricamente es factible, porque las ondas electromagnéticas son accesibles en todos los confines del universo y se distribuyen prácticamente sin pérdida ninguna.
¿Llegarán a ver nuestros ojos como toda la información grabada de un individuo, es transmitida por una línea radial a una estación receptora…?
¿Superará la realidad a la ficción?
En fin, si en este siglo no lo consiguen los científicos, siempre nos quedará el consuelo de que algún autor o autora de literatura fantástica, se invente una enigmática y atrayente historia, donde se envíe una expedición a un viaje intergaláctico a modo de paquetes informativos.